Capitulo 6

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Estaba hecho una bolita bajo una gruesa capa de mantas.

Los rayos de sol que entraban por la ventana hacían relucir su cabello y la imagen que bien podría resultar hermosa quedó en un intento adorable justo cuando Kazutora Hanemiya contempló el charquito de baba formarse de la boca abierta del omega sobre la almohada. 

-Quién diría que eres un príncipe -murmuró con cierta gracia. Caminó entonces hasta la ventana de la habitación y tiró de las cortinas con fuerza para abrirlas completamente y dejar que la luz solar entrara agresivamente en la habitación -. ¡Vamos, arriba! -dio un par de palmadas mientras volvía a acercarse a la cama del menor.

Manjiro murmuró algo que no fue capaz de entender y se revolvió bajo las mantas. Tenía el ceño fruncido aún con los ojos cerrados y se pasaba la mano por las mejillas mojadas de baba para secarse. 

-Deja la bandeja en la mesilla, Nila, gracias -la criada corrió a hacer lo que su jefe dijo y se despidió de ambos con una reverencia. La bandeja tenía el delicioso desayuno que el príncipe se encargaba de devorar cada mañana. Zumo de naranja, frutas frescas y tostadas. 

Kazutora se cruzó de brazos al observar los pobres intentos del menor por desperezarse.

-¿Por qué tienes que hacerme esto cada mañana? -suspiró. Abrió la libretita que había cargado consigo hasta entonces y se puso a repasar las tareas de Manjiro de ese día -. Será mejor que te des prisa, hoy comienzas con hípica, luego botánica, más tarde historia y tendrás una pequeña pausa para comer, después labores del hogar, griego, y... -Manjiro tan solo escuchaba una cascada de verborrea venir de los labios del beta sin prestarle la más mínima atención.

Aburrido...

Kazutora era un joven de poco más de veinte años que se encargaba de las ajetreadas agendas de los mellizos, así como de despertarlos cada mañana para dar inicio a una nueva jornada rebosante de actividades. 

A Mikey le caía bien pero detestaba verle todas las mañana porque eso implicaba levantarse de la cama y hacer cosas. Cosas de príncipe que, la verdad, le disgustaban un poco. Al fin y al cabo no dejaba de ser un adolescente con la necesidad de divertirse y olvidarse de tareas tan complicadas y exigentes. 

-Creo que me perdí a partir del mediodía -bostezó. El beta dejó de relatar todas sus tareas y lo volvió a mirar con mala cara. El menor se incorporó aún con los ojos entrecerrados.

-Por Dios, ¿tú solo duermes o también aprovechas para pelearte con una pantera? -Kazutora llevó su mano a los cabellos rebeldes del chico para intentar colocárselos un poco. 

-¿Es que acaso tú duermes inerte como una momia? -preguntó con verdadera curiosidad -. Seguro que hasta los muertos se despeinan -el comentario le hizo ganarse un golpecito en la cabeza con la agenta que Kazutora llevaba en la mano.

-No digas esas cosas -le regañó aunque la comisura de sus labios revelaban una pequeña sonrisa. Con intenciones de molestar un poco más al rubio, agarró las mantas que lo cubrían y tiró de ellas. Manjiro soltó un gritito lastimero al sentir el repentino aire frío en sus piernas desnudas.

-No sabes cuánto te odio -se quejó revolcándose sobre la cama. Kazutora no se lo tomó en serio, al fin y al cabo se ganaba ese comentario cada mañana de lunes a sábado y ambos sabían que no iba en serio. 

-Espero que para cuando vuelva de despertar a Emma ya estés levantado, desayunado y vestido.

-¿Tantas cosas en diez minutos?

-Te estoy poniendo a prueba, así te das prisa -Manjiro volvió a revolverse sobre la cama hasta quedar sentado. Observó al mayor de brazos cruzados.

-¿Por qué siempre me despiertas antes que a ella? -preguntó con los labios apretados. Kazutora rio como si la respuesta fuera evidente y como si no se lo hubiera aclarado ya un millón de veces.

Paradise [Takemichi & Mikey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora