Le encantaba sentir su piel contra la suya. Era tan cálida que podría permanecer en ese toque para siempre. Las mejillas de Manjiro eran suaves, tan lisas como la mismísima seda. Amoldaban tan perfectamente su preciosa nariz que parecía haber sido esculpido por el mejor artista del mundo. Llevaba alrededor de diez minutos completos acariciando con la yema de sus dedos sus mejillas, todo su rostro, deslizándose de estas a su nariz y de ella a sus párpados, sus cejas, su frente... Todo en él era muy cálido y suave. Quizás podría venir acompañado de la vida tan privilegiada que había tenido el omega, las pocas horas al sol y su inexistente trabajo, pero estaba claro que aquello también era genética. Una genética que le llevaba volviendo loco desde que era un niño.
Y estar así, acostados sobre la cama podría decirse que se había vuelto su pasatiempo favorito. Manjiro estaba apoyado de lado sobre la almohada frente a él, tan cerca que sus respiraciones se chocaban entre ellas. Tenía los párpados cerrados pero sabía que no dormía porque sonreía muy sutilmente cada vez que las caricias de Takemichi le hacían cosquillas. Especialmente cuando se acercaba a la zona que conectaba la mandíbula con la piel de su cuello y también la zona de sus orejas. Takemichi solía reír con ese gesto, era divertido ver algo así.
Después de bailar se habían tumbado en la cama del menor. No porque estuvieran cansados sino por hacer algo, algo que les hiciera pasar más tiempo juntos. Cerca, tocándose. Mikey había movido el brazo lo suficiente para apoyar una de sus manos en su cuello, comenzando a acariciar la piel de su nuca con los dedos. Esa acción le ponía la piel de gallina.
Sus caricias ascendieron entonces a sus mechones dorados y empezó a peinarlos lentamente. Manjiro soltó lo que parecía ser un ronroneo, no había nada mejor para él que las cosquillas en la cabeza.
-No sabía que mi novio tenía complejo de gato -susurró y Mikey rio un poquito. Abrió los ojitos y contempló los dos preciosos iris de Takemichi.
Cómo le gustaba escuchar la palabra novio salir de sus labios. Porque sí, eran novios y ese hecho le enorgullecía el pecho de un modo inexplicable.
-¿No es tarde ya? -preguntó aunque no le gustaría escuchar la respuesta. Fuera estaba oscuro, era evidente que ya había pasado la media noche hacía mucho. Takemichi dejó de acariciarle y bajó el brazo a las sábanas.
-Puede ser.
-¿Puede ser? -volvió a inquirir con una diminuta sonrisa.
-No me interesa saberlo, el tiempo pasa volando cuando estoy contigo y prefiero no pensarlo.
-Eres un romántico cuando te lo propones, ¿sabes? -dijo acercándose un poquito más a él. Sus narices llegaron a rozarse y Takemichi adoró la cercanía. Sus ojos se veían mucho más brillantes desde esa distancia y con el tiempo había empezado a distinguir un brillo característico en sus iris oscuros que solo aparecía cuando estaba con él. Eso le hacía sentir especial, le hacía comprender que Mikey tenía un huequecito único para él en su interior.
-Me dices eso muchas veces, vas a conseguir que deje de serlo -bromeó con una ceja alzada. La expresión de Mikey se torció en advertencia y rápidamente trepó sobre él, apoyando el trasero en su abdomen y apoyando sus piernas a cada lado. Takemichi tragó saliva y contuvo el aliento cuando Mikey se inclinó hacia su rostro, tomándolo de las mejillas con sus manos para observarle de cerca.
-Eso nunca -dijo y su mirada descendió hasta sus labios. Takemichi lamió los suyos y de repente los de Manjiro parecían ser mucho más apetitosos que antes. Su alfa se revolvía con entusiasmo en su interior, pretendiendo tomar el control fuera como fuese pero él intentó contenerse. Sin embargo, no pudo evitar agarrar a Mikey de los muslos con sus grandes manos haciendo que el omega suspirase por el calor que estas emanaban, casi como una estufa.
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Paradise [Takemichi & Mikey]
Fanfic❝No existe nada en este universo, ni siquiera el reino más idílico de todos, que pueda compararse a lo que siento cuando estoy contigo. Eso sí que puede ser considerado un paraíso❞ «AU Omegaverse»