Capitulo 31

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Quizás como padre era difícil acceder a los pensamientos más profundos de sus hijos. Habían cosas que los adolescentes preferían reservar para ellos mismos o para compartir con sus amigos más cercanos antes que con sus padres, eso es algo que Seishu había aceptado que sucedería incluso antes de dar a luz a su primer hijo. Al fin y al cabo él también había tenido dieciocho años una vez.

Por esa precisa razón sabía de las etapas en la rabieta de un adolescente. O más concretamente, de un corazón roto. Pero lo cierto también era que, de intentar hacerlo, le costaría enfrentar a su hijo pequeño. Su cachorro no era el único, él mismo no sabía asentar sus ideas y opiniones, estaba perdido y desorientado. Pero no por eso iba a dejarlo desatendido.

Las negaciones de Mikey a ir a clase esa mañana habían sido contundentes. No era no para él y nada podría hacerle cambiar de idea. 

Ahora Chifuyu perseguía los pasos decididos de Seishu sin abrir la boca. A decir verdad estaba algo nervioso y no sabía muy bien a dónde quería ir a parar el rey. Manjiro estaba castigado como de costumbre, se suponía que no podía verle en su tiempo libre. Pero hace diez minutos había interrumpido una de sus muchas clases para prácticamente arrastrarle fuera y pedirle que le siguiera al cuarto de su hijo menor. ¿Y qué había hecho Chifuyu? Callarse y obedecer por dos razones evidentes; la primera, Seishu era su rey; la segunda, quería ver a Manjiro más que cualquier otra cosa. 

Y cuando los pasos del omega mayor se detuvieron frente a la puerta de su hijo y, por lo tanto, frente al impasible Haruto, Chifuyu tragó saliva con fuerza. Ese alfa le ponía nervioso. 

-Buenas tardes, Chifuyu ha venido a ver a Manjiro, así que si nos permites... -Chifuyu sintió la mano de Seishu empujarle ligeramente por la espalda para avanzar. El tono de voz del rey y su expresión revelaban las pocas ganas que tenía de mantener una conversación con ese alfa. Haruto arrugó el gesto pero en seguida lo hizo desaparecer de nuevo. 

-No puedo, Majestad, tengo órdenes directas del rey de no dejar entrar a nadie en la habitación. Mucho menos al joven Matsuno -el chico miró de reojo a Seishu pues en seguida pudo percibir sus feromonas feroces. 

-En este reino Hajime tiene la potestad absoluta en términos legales, sociales y militares. En cuanto a nuestros hijos él puso por escrito que ambos teníamos el mismo poder de decisión y eso debería ser de tu conocimiento si has terminado trabajando en la guardia real. Ahora, por favor, si no tienes nada más que añadir, el amigo de mi hijo va a entrar en la habitación -Haruto enmudeció. Bien pudo percibir por el tic de su ojo que el comentario, lejos de gustarle, le había parecido un ataque a su orgullo y a sus años de preparación para la guardia real. Pero lo que dijo el omega era cierto, más que cierto, por lo que no pudo hacer otra cosa que inclinar la cabeza a modo de disculpa y apartarse un paso a la izquierda.

-Mis más sinceras disculpas, Majestad -Seishu no contestó y tras fulminarle de reojo con la mirada suavizó la expresión en el momento en que miró a Chifuyu.

Quiero ser un omega como él de mayor, pensó el menor con absoluta devoción.

-Puedes quedarte en su cuarto todo el tiempo que queráis, estoy seguro de que Manjiro necesita a alguien cercano ahora mismo -su pequeña sonrisa estaba cargada de cariño y Chifuyu no pudo evitar mostrar otra también -. Necesito que hagas lo que yo no puedo hacer por él ahora, ¿vale? -una suave caricia en su pelo y su petición había finalizado. Chifuyu asintió con entusiasmo aunque ya comenzaba a notarse algo distante. Las intensas feromonas tristes de Mikey traspasaban la puerta con agresividad.

-Lo intentaré, lo juro.

-Pues claro que sí. Anda, entra ya -Chifuyu asintió con una pequeña sonrisa. Se dio la vuelta para enfrentar la puerta de la habitación de su amigo no sin antes compartir una tensa mirada con Haruto que se había mantenido observándolo con la mandíbula ligeramente apretada. 

Paradise [Takemichi & Mikey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora