Capitulo 28

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Takemichi de verdad creía que nada podía ir mejor.

En serio, nada podría mejorar ya la buena calidad de vida que creía tener. Alguien como él no podía pedir más, le daba igual el mundo y que ese mundo tuviera que desconocer sus sentimientos, siempre y cuando pudiera tener a Mikey entre sus brazos era suficiente. Estaba feliz; era feliz. Y lo más importante, Mikey también era feliz a su lado. Podía hacerle reír, sonreír, sentirse a gusto, sentirse seguro, podía hacerle sentir placer. Podía hacer todo eso, así que, de verdad, ¿qué más podría pedir?

Esa mañana el día amaneció resplandeciente. El cielo completamente azul carecía de cualquier nube por más diminuta que pudiera ser. El sol era brillante y aumentó las temperaturas sin necesidad de hacerlas extremadamente calurosas. Observó por la ventana esa mañana con una cálida sonrisa, sentía que ese día iba a ser bonito. Desde su cuarto podía ver perfectamente la ciudad de Tenjiku tras los altos muros que rodeaban el palacio. No había salido mucho desde que empezó a vivir allí y en cierta medida lo echaba de menos. Aunque no, no lo cambiaría por nada del mundo pero eso no significaba extrañar de vez en cuando el ajetreo de una ciudad tan viva como esa.

Y como si alguien en específico le hubiese leído la mente Seishu se reunió con él pronto por la mañana. Al parecer al omega le pareció buena idea darle un pequeño regalo a su hijo que sabía que disfrutaría. Le había pedido a Takemichi que lo llevara a la ciudad para despejarse bajo unas estrictas condiciones a las que él no pudo negarse. Seishu sabía que Mikey se estaba ahogando entre esas cuatro paredes que construían el palacio de Tenjiku, necesitaba aire y lo necesitaba a solas. Aunque claro, no podía tenerlo tan a solas y es por eso que Takemichi tenía que ir con él.

El omega sabía que su hijo tenía una conexión especial con su guardia personal, no era tonto y era su padre, lo conocía, pero evidentemente no sabía hasta qué profundidad llegaba esa conexión.

Entonces y tras quedar claras las condiciones, Takemichi se fue a buscar a Mikey para darle la bonita noticia. Evidentemente Hajime no lo sabía pero por suerte él no era el único que tenía el privilegio de ordenar abrir y cerrar las puertas de palacio a sus hijos, había permitido que su omega también pudiera hacerlo.

Quizás se arrepentiría si supiera que Seishu utilizaba ese privilegio más de la cuenta.

-¿Se piensa que voy a perdonarle solo por dejarme salir así sin más? -masculló Mikey terminando de retocarse el pelo frente al gran espejo de su cuarto. Nila ya le había ayudado a vestirse y ahora se encontraban los dos solos en la habitación del omega. Takemichi le miró con diversión tras aquella pregunta -, mi perdón no se compra, evidentemente sigo enfadado.

Manjiro tenía las mejillas infladas por la rabieta. Abrió uno de los pequeños cajones del tocador y sacó un pequeño lacito que Takemichi observó con una dulce sonrisa. Era el de su madre y el que le regaló el día de su cumpleaños. Adoraba que aún siguiera poniéndoselo cada día.

-Aún así te estás preparando para salir, ¿seguro que no se te ha pasado el enfado? -la mirada fulminante que el menor le envió a través del espejo le hubiese hecho reír, pero intentó aguantar esa carcajada enganchada a su garganta para no terminar brutalmente asesinado por ese diminuto omega. Mikey enredó el lazo en la coletita de su cabello y le hizo una lazada rápida sin cejar de contemplar a Takemichi en el espejo.

-Tampoco soy tonto, claro que voy a aprovecharme de la situación -Takemichi se acercó a él hasta situarse justo tras su espalda. Alzó sus brazos cuando los de Mikey cayeron a ambos lados y con cuidado y cariño intentó arreglar el lazo feo que se había hecho en la coletita.

-Piensa en esta escapada como una cita -dijo bajito y las mejillas del menor se tiñeron con un adorable rubor -. Realmente lo es, vamos a estar solos.

-¿Una cita?

Paradise [Takemichi & Mikey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora