Capítulo 1: Sangre y dolor.

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— Papá, por favor. — Intento no llorar, no derramar ninguna lágrima. — Alexei es inocente.

— Eso tendrá que demostrarlo la justicia.

— Papá...

— Atenea, te dije que si encontraba la más mínima prueba en contra de él, lo detendría.

— Pero... — Comienzo a mirar a mi alrededor, en busca de alguna idea o algo que poder hacer en estos momentos, pero un destello blanco proveniente de un alto edificio me distrae.

Siento como una fuerza sorpresivamente fuerte me tira al suelo. Un ardor proveniente de mi pecho hace que lleve mi mano a él. Un líquido moja mis dedos, los miro y están manchados de sangre.

[Narra Alexei]

Estoy en el interior del coche negro, esperando para ser llevado al lugar donde voy a ser interrogado.

Giro mi cabeza y observo la figura de Atenea, preocupada, conteniendo las ganas de llorar.

No hay nada de qué preocuparse... Me repito una y otra vez. Sokolov se encargará de todo y lo arreglará.

De pronto, veo como el cuerpo de Atenea cae al suelo.

Mis ojos se abren como platos.

La sangre comienza a manchar el suelo, proviene de una herida en su pecho.

— ¡Atenea! — grito de forma desgarradora.

Sus preciosos ojos están abiertos, pero poco a poco comienzan a cerrarse.

— ¡Atenea! — Deja de moverse. El charco de sangre cada vez es más grande... — ¡Atenea!

Me retuerzo en el coche como puedo, en un vano intento de romper las esposas.

No puede ser. Esto no está pasando. ¡No!

— ¡Necesito una ambulancia en el edificio Volkov, tenemos un herido. Repito, necesito una ambulancia. La víctima tiene una herida en el pecho y está perdiendo mucha sangre. — Oigo decir al agente Morgan.

— ¡Hijo de puta, déjame salir! — grito desde el interior del coche.

Otro agente llega a la escena, comienza a hablar con el agente Morgan mientras él atiende a Atenea. De pronto, aquel agente de pelo rubio y corto se adentra en el coche.

— ¡Déjeme salir! ¡Mi mujer está en el suelo, muriéndose!

— Lo siento, pero no puedo hacer eso. Debo llevarlo a la oficina para interrogarlo.

En aquel instante todo mi mundo se hundió. Atenea me necesitaba y yo no iba a poder estar para ella.

— Nunca he rogado por nada... Pero esta vez necesito hacerlo... Por favor, deje que vaya con mi mujer, luego pueden interrogarme pero ella ahora me necesita...

— Lo siento, señor Volkov. No es posible. — El ruido del motor se hace presente al mismo tiempo que la sirena de una ambulancia comienza a oírse más fuerte en cuestión de segundos. El coche arranca para comenzar a alejarse, mientras yo observo el cuerpo inconsciente y ensangrentado de Atenea...

🥀🥀🥀

[Narra John Morgan]

— Mujer de veintitrés años, con herida de bala en el pecho. Ha perdido casi dos litros de sangre. Necesitamos dos unidades de cero positivo y llevarla a quirófano ahora mismo — dice la doctora mientras llevan a Atenea en una camilla blanca.

— ¿Está bien? ¿Pueden salvarla? — pregunto desesperado

— Señor, necesitamos que se quede aquí. Le avisaremos cuando salga de quirófano.

Me quedo en aquel pasillo, sentado en uno de los asientos negros que hay en los laterales.

Mi niña... Mi Atenea... Seguro que todo esto es culpa de Alexei... Lo tengo más que claro... Le advertí que no se acercara a él, que tuviera cuidado... Pero de nada ha servido... Mi hija ahora se está debatiendo entre la vida y la muerte en un maldito quirófano...

Las horas pasan.

Estoy agotado, siento el cansancio reinar en mi cuerpo... Nada aparece ni me dice nada sobre Atenea...

Casi tres horas más tarde, la misma doctora que llevó a Atenea, junto con dos enfermeras, al quirófano, aparece delante mía. Se quita la mascarilla azul y el gorro de tela blanca que lleva.

— ¿Señor Morgan? — pregunta. Mis ojos enrojecidos se posan en los de ella.

— ¿Sí?

— Su hija... — Mi corazón se acelera más que nunca. Siento un nudo en la garganta y presión en el pecho. ¿Qué voy a hacer si Atenea no lo supera? ¿Qué voy a hacer sin mi hija? Mi pobre niña... Una lágrima llena de angustia se desliza por mi demacrado rostro. — Su hija ha sobrevivido, señor Morgan. Si la bala hubiera impactado un centímetro más a la izquierda, su corazón no hubiera resistido... Su hija ha tenido mucha suerte, señor Morgan

— ¿Puedo verla?

— Está en la UCI. Sedada... Puede pasar a verla.

— Muchas gracias, doctora. — Otra lágrima, esta vez de alivio, vuelve a deslizarse por mi rostro.

Me levanto y sigo a la doctora, la cual me lleva hasta la habitación de Atenea.

Está dormida... Parece que no sufre... Su pecho está cubierto por un gran vendaje y varios tejidos quirúrgicos.

Acaricio su frente... Está más fría de lo normal...

— Hija mía... Lo siento tanto... 

*****

Con este capítulo abrimos Soy tuya:)

Espero que os guste y que le deis tanto apoyo como a Eres mía.

No me enrrollo más.

Bessoos. 

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Soy tuya - LR - (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora