Capítulo 34: Cuatro de la mañana.

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Son las cuatro de la mañana.

Llevo más de media hora dando vueltas en la cama, intentando conciliar el sueño, pero la cantidad indecente de pensamientos que atormentan mi cabeza no me dejan hacerlo.

No paro de pensar en la idea de perseguir mi verdadero sueño, el de trabajar en un hospital y convertirme en psicóloga clínica. Pero tengo tanto miedo y tantas dudas que me frenan en mi decisión... Que ya no puedo aguantar más.

Cada vez que las dudas y las inseguridades vienen a mi cabeza intento bloquearlos con las sabias palabras de mi madre: "no tengas miedo a ser tú misma" Tiene tanta razón... Me he pasado toda la vida intentando encajar, ser lo que los demás esperan que sea, pero... ¿y yo qué? ¿Qué pasa con mi felicidad?

Supongo que hasta ahora nunca he parado a pensar en ello y es ahora, cuando también me planteo si soy realmente feliz con la vida que llevo. No en el aspecto romántico, a pesar de todo lo que ha ocurrido Alexei me quiere por como soy y no me juzga, todo lo contrario. Él me quiere de verdad y no tengo ninguna duda sobre ello.

Cansada de dar vueltas en la cama, me levanto sin hacer el menos ruido y bajo las escaleras hacia la cocina. Cuando estoy en ella, cojo una vaso de cristal y lo lleno de leche para luego calentarla en el microondas, tal y como solía hacer mi madre cuando alguna de las dos no podía dormir.

Cuando la aguda campana del microondas suena, saco el vaso de leche, el cual está demasiado caliente, por lo que dejo que se enfríe unos minutos.

Doy el primer sorbo de leche y cierro los ojos para disfrutar del caliente sabor de la leche que parece relajar mi mente.

Los recuerdos de mi infancia agolpan mi mente con cada sorbo que doy al vaso.

Recuerdo que todas las noches mi madre solía leerme algún cuento para que pudiese dormir mejor... Cuando me enseñó mi padre a montar en bicicleta y las decenas de veces que me caí de ella. Recuerdo las dulces melodías que tocaba mi madre en el piano y como su sedosa voz me maravillaba y calmaba...

De pronto, unos pasos bajando las escaleras me sacan de mis pensamientos:

— ¿Qué haces aquí? — me pregunta Alexei con su maravilloso acento ruso. Su expresión está algo adormilada debido a la interrupción del sueño.

— No podía dormir... Perdón si te he despertado — digo antes de dar otro sorbo al vaso.

— No te preocupes, me he despertado porque no notaba tu cuerpo en la cama. Me preguntaba dónde estabas...

— Pues aquí me hallo — respondo bajando la cabeza junto con la mirada.

— ¿Estás bien? Estos días has estado... Distraída. ¿Ha ocurrido algo?

— No, no. Bueno, nada de lo que debas preocuparte.

— Cuéntame — dice a la vez que se acerca a una de las sillas de cocina y se sienta en ella para luego apoyar los brazos sobre la encimera.

— No es necesario... Debes dormir, vuelve a la cama.

— No hasta que me cuentes qué es lo que te preocupa. — Aquellas palabras calaron en lo más profundo de mi corazón.

— Bueno... Hace relativamente poco... Me he dado cuenta de que no soy feliz con mi trabajo.

— ¿A qué te refieres?

— No me gusta trabajar en Recursos Humanos, lo que de verdad me gusta es trabajar en un hospital y ayudar a la gente con sus problemas.

— Entonces... ¿Por qué te metiste a Recursos Humanos?

— Porque tenía tanto miedo de fallar... De enfrentarme a ello. El camino fácil era evitarlo, pero, Alexei, no soy feliz en esa empresa.

— Entonces, cambia de trabajo. No tengas miedo a fallar porque el único fallo sería no aprovechar la oportunidad. Habla con tu profesor, que te cambie de empresa. Haré una carta de recomendación, o lo que sea necesario.

— No es necesario que hagas nada, Alexei. Demasiado haces ya con el tema de León...

— Para mi no es ningún esfuerzo si se trata de tu bienestar, Atenea. Si hay algo que esté en mi mano para que seas feliz, lo haré... De eso trata el amor, muñeca...

— Lo sé, cielo... Lo entiendo. Pero no quiero ser una carga, ya lo sabes.

— Entiendo... Entonces... ¿Qué vas a hacer?

— Lo tengo decidido, voy a cambiar al hospital. Mañana hablaré con mi profesor y le comentaré la situación, aunque a lo mejor me toca repetir año...

— ¿Por qué?

— Porque estamos a mitad de curso... No creo que pueda cambiarme a estas alturas.

— Bueno, quién sabe... Coméntaselo primero y luego ya ves qué hacer, ¿no crees?

— Sí, será lo mejor...

— Venga, vamos a dormir lo que nos queda de noche. Son las cuatro y media y en menos de tres horas tenemos que estar en pie.

— ¡Uhg! No me lo recuerdes. Odio madrugar.

— Lo he notado cada mañana que te escondes bajo las sábanas para que no te despierte.

— ¿Cómo le puede gustar a alguien madrugar? Eso no es normal...

— Cuando llevas tanto tiempo haciéndolo, te acostumbras.

— Pues en mi caso, por mucho tiempo que lo haga... Nunca me acostumbraré.

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Buenasss. 

Aquí estoy de nuevo. 

Sé que he tardado más en publicar esta vez pero es que estoy hasta arriba de trabajo, de estudiar y de todo. 

Espero que les guste este nuevo cap. Pensaba que iba a ser más largo pero tan solo me ha ocupado 3 páginas. 

Intentaré que el próximo sea más largo.

Besooos.

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Soy tuya - LR - (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora