Capítulo 5: Vuelta a casa.

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— ¡Por fin puedo salir de aquí! — exclamo llena de energía y alegría, a la vez que me levanto con cuidado de la cama del hospital.

— Ten cuidado, bruta — me dice Alexei agarrándome de la cintura para que no salga corriendo de la cama.

— Ya, ya... — Mi padre acaba de llegar. Él me ayuda a guardar las cosas que me ha ido trayendo. Literalmente tenía la habitación llena de libros, ya sean de la carrera o de los que me gusta leer en mi tiempo libre.

Estas semanas, mientras yo no podía moverme de la cama y Alexei se quedaba a dormir, cogía uno de mis libros y me lo leía hasta quedar dormida. Tan dulce...

Respecto a mi padre... Se podría decir que nuestra relación ha mejorado, aunque me decepciona la idea de que haya tenido que ser herida para que comience a tratarme bien... Supongo que más vale tarde que nunca.

Ava no ha parado de venir, se ha saltado más clases en estas tres semanas que en un año entero... Aunque para ser sincera yo haría lo mismo por ella...

Los exámenes comienzan en dos semanas, yo, por suerte los haré en casa, de manera virtual. Alexei y Ava me han ayudado mucho a estudiar. Ava venía a estudiar conmigo y cuando ella no podía venir estudiaba mientras le contaba todo a Alexei, aunque él me miraba con una cara rara y no entendía nada de lo que le decía.

— Hija, ¿dónde te guardo esto? — Señala un pequeño cactus que me trajo Ava.

— Mmm... Buena pregunta. — Miro a mi alrededor buscando un sitio donde guardarlo. — Trae, lo llevaré en la mano.

— Te vas a clavar las espinas — advierte Alexei mientras me mira con desaprobación.

— Que no. Tengo cuidado, ¿ves? — Le enseño la manera en la que cojo el cactus y él solo me mira negando con la cabeza. — ¡Au! — me quejo al sentir como una de las espinas del cactus se clavan en uno de mis dedos.

— ¿Ves? Te lo dije. — Alexei me mira con expresión burlona para luego coger la mano en la que me he clavado la espina y ver qué me había hecho.

— Estoy bien, estoy bien... — digo como una niña pequeña.

— No aprendes...

— Mira quien lo dice, el mayor cabezota que haya conocido.

— Perdona, te equivocas.

— Sí, claro. — Pongo los ojos en blanco.

— Hora de irse — anuncia mi padre con mi bolsa en una de sus manos. Le entrega la bolsa a Alexei para que este se aparte de mí y mi padre pueda ayudarme a caminar. En realidad puedo hacerlo sola, pero estos dos se han empeñado en que necesito ayuda.

— El coche está abajo — anuncia Alexei.

— ¿Vas a ir con él? — me pregunta mi padre.

— Claro, vivo con él, papá — respondo riendo, a lo que es solo aparta la mirada y sigue caminando.

Llegamos a la calle y un coche negro, más exactamente un todoterreno, está aparcado frente a la puerta del hospital. El chófer está esperando fuera del coche.

— Cuida de ella, Alexei. Como le pase algo... — El mentón de mi padre se tensa, a lo que Alexei sonríe con total tranquilidad.

— Cuidaré de ella, agente Morgan.

— Por cierto. — Vuelve a mirar a Alexei. — Tenemos asuntos pendientes.

— Pensaba que estaba todo resuelto — responde Alexei.

— Tenemos que interrogarte una vez más.

— Entiendo... Bueno, supongo que no hay problema. Avisen a mi abogado.

— Adiós, hija. Te llamaré mañana. — Mi padre besa mi frente para luego marcharse en su coche.

— ¿A qué se refería con "asuntos pendientes"? — Dibujo unas comillas con mis dedos.

— ¿Recuerdas el día que me arrestaron? A eso se refiere. — Caminamos hacia el coche y entramos en él.

— Pero pensaba que todo se había solucionado ya — digo al mismo tiempo que intento abrocharme el cinturón, pero una punzada en el pecho me lo impide.

— Déjamelo a mí — dice Alexei, abrochándome el cinturón. — A casa, Marcus — le ordena al chófer. — Yo también pensaba que estaba todo solucionado... Deben de querer asegurarse de que lo digo es cierto.

— Entonces no metas la pata.

— Gracias por tus ánimos, querida.

— De nada, señor Volkov — le guiño un ojo y sonrío.

— Sabes lo que va a pasar cuando te recuperes, ¿verdad?

— ¿El qué?

— Que no vamos a salir de la cama porque vamos a estar follando todo el día. — Mis mejillas obtienen un color rojizo y al igual que la temperatura de estas aumentan.

Los minutos pasan hasta que el todoterreno negro se detiene frente a la mansión. Nos adentramos en ella.

— ¡Hogar dulce hogar! — exclamo al primer paso que doy en el interior. — Como echaba de menos estar aquí... — Me acerco a Alexei y lo abrazo. — Contigo...

— Yo también, pequeña. — Suspira. — Perdóname por no haberte cuidado bien.

— ¿A qué te refieres? — pregunto arqueando una ceja.

— Lo del disparo... Si te hubiera cuidado bien... No estarías herida.

— Cariño... — Enredo mis brazos en su cuello y lo acerco a mí. — No es culpa tuya... Nada de lo que ha pasado es culpa tuya... — Beso sus labios lentamente, deleitándome con la suavidad de los mismos.

— Eres demasiado buena... Y dulce...

— ¿Es eso un problema?

— Si lo fuera estaría perdido.

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Buenasss.

Perdón por la tardanza. El viernes se me olvidó actualizar y demás. 

Me está costando mucho escribir esta historia porque no me fluyen las ideas.

No os preocupéis que no dejaré de escribirla.

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Soy tuya - LR - (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora