Llegamos al Four Seasons. El restaurante está lleno de gente vestida con gran elegancia, predominando los colores blancos y negros, como en las películas antiguas.
El hombre que nos atiende, de unos treinta años, con barba recortada y pelo corto negro; nos lleva hasta el ascensor, situado al fondo del restaurante. Nos adentramos en él, junto con aquel hombre, y subimos hasta la última planta.
Las puertas del ascensor se abren dando visión a una gran terraza, con una amplia mesa rectangular con mantel negro en el medio, flores por todos lados de todos los colores, enredaderas en las paredes.
Maravillada por la imagen que se postra ante mis ojos me acerco al final de la terraza y me apoyo sobre el balcón para admirar las increíbles vistas que se aprecian a la gran altura que nos encontramos.
Las luces de la ciudad inundan mi vista. Hay tanta luz que las estrellas apenas son perceptibles.
Siento como las manos de Alexei se colocan en mi cintura y como a continuación deja un pequeño beso en mi cuello.
— ¿Qué te parece? — me pregunta con su voz ronca.
— Me encanta... Hay tanta luz que apenas se ven las estrellas — digo impresionada.
— Bienvenida a Nueva York, muñeca. — Besa mi mejilla.
— Deberíamos ir con los demás, nos están esperando. — Me giro hacia él, encontrándome con sus ojos azules.
— En realidad están comiéndose el uno al otro — responde Alexei con una pequeña sonrisa.
— ¿Qué? — Me inclino hacia un lado para poder ver a Ava y Pietro y me encuentro con ellos besándose desesperadamente. — Wow. — Alexei se ríe ante mi expresión facial llena de sorpresa.
— Me están dando envidia, para qué mentirte...
— ¿Tal vez deberíamos jugar? — Las manos de Alexei se deslizan hasta mi trasero y lo aprietan ligeramente.
— No me tientes, muñeca...
— ¿Por qué no? Es divertido — respondo con una sonrisa traviesa.
— Porque llegará un momento en el que no pueda resistirme y sabes perfectamente que soy capaz de follarte aquí mismo.
— ¿Delante de todos? — pregunto llena de lujuria.
— Delante de todos...
— Supongo entonces que deberíamos esperar a llegar al hotel. — Un atisbo de decepción se aprecia en el rostro de Alexei.
— Es una pena...
— ¿Por qué?
— Porque puedo notar desde aquí lo mojadas que están tus bragas.
— ¿Quieres comprobarlo? — Arqueo una ceja y sonrío.
— Veo que te pone cachonda provocarme delante de los demás.
— No lo sabes bien... — Susurro en su oreja.
— Cuando lleguemos al hotel... No vas a poder escapar de mí, muñeca.
— Tampoco es que quisiera hacerlo. — Le guiño un ojo.
— ¡Atenea! — grita Ava. — ¡Tengo hambre, venís o qué!
— Esta mujer... — digo para mí misma. Agarro la mano de Alexei y caminamos hacia la mesa rectangular con mantel negro y varias velas en el centro.
— ¿Qué desean beber? — pregunta el mismo hombre que ha subido con nosotros en el ascensor.
— ¿Alguna recomendación? — pregunta Alexei.
— Si desean vino tinto tenemos un exquisito Shiraz del dos mil dieciséis, uno de los vinos más codiciados de Australia; o, si prefieren vino blanco tenemos un Domaine Leroy Meursault de mil novecientos noventa y nueve.
— Creo que nos quedaremos con el Shiraz — responde Alexei tras pensarlo durante unos segundos.
— Perfecto.
El hombre se marcha para que al cabo de cinco minutos aparezca otro camarero con cuatro copas y una botella de vino.
Abrimos las cartas para ver qué pedir.
Tras varios minutos hacemos llamar al camarero para pedir.
— ¿Ya tienen claro lo que desean pedir? — nos pregunta el camarero sacando una especie de tablet.
— Sí, yo voy a pedir unas Ostras al natural — dice Ava.
— Una lubina salvaje — continua Pietro. Alexei me mira esperando a que responda.
— Un Steak Tartar, por favor.
— Y un Carpaccio de ternera y foie — termina Alexei.
— Perfecto — dice el camarero. — Enseguida lo traen.
Al cabo de media hora traen la comida. En cuanto la dejan en la mesa comenzamos a comer.
La comida está deliciosa. Disfrutamos de la comida mientras hablamos.
Sin darnos cuenta pasa una hora. Hemos terminado de comer y apenas hemos parado de hablar. Resulta que Pietro es una persona mucho más abierta y alegre de lo que parece. Siempre que le veo tiene en su rostro una expresión seria, cosa que ha cambiado hoy.
Alexei, en cambio, no habla mucho, se limita a hacer pequeños comentarios o a observarme con una pequeña sonrisa mientras hablo.
En cuanto dejamos de hablar, aprovecho para levantarme:
— Si me disculpan, voy al baño — anuncio con una pequeña sonrisa a la vez que dejo mi servilleta negra de tela a un lateral de mi plato.
— ¿Quieres que te acompañe? — me pregunta Ava antes de limpiarse la comisura de los labios.
— No hace falta, Ava. Gracias. — Le dedico una pequeña sonrisa y me marcho hacia el ascensor para bajar una planta e ir hacia los baños.
Cuando por fin llego a los baños, entro a uno de ellos y tras salir del mismo comienzo a lavarme las manos. El agua sale fría y con fuerza, lo idóneo para quitar bien la espuma del jabón.
De pronto, siento como alguien entra en el baño. Como estoy concentrada en lavarme bien las manos no me cercioro de quien es.
— ¿Estás disfrutando? — Una voz masculina habla detrás de mí.
Aquella voz... La conozco... La he oído antes...
Mi corazón da un vuelco y mi cuerpo se congela cuando reconozco de quién se trata: León.
*****
Buenasss.
Aquí estoy de vuelta. Siento haber tardado tanto, pero como ya os dije tenía que recuperar dos asignaturas de la universidad, que por cierto aún no sé la nota.
Tras una larga espera os dejo con este interesante capítulo de final inesperado (como me gusta la intriga JAJAJAJJA)
En fin, no me enrrollo mucho.
Disfrutad del capítulo y no olvidéis dar like y comentar.
Besooos.
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Soy tuya - LR - (+18)
Romance~ 2° parte ~ Cuando alguien cruza la línea del rey de la Bratva, conoce de primera mano el mismo Infierno. La vida de Atenea ha sido puesta en riesgo, algo imperdonable para Alexei. La caza comienza... Pero no todo es tan fácil como parece. ¿Amor...