Capítulo 27: Una voz masculina.

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Cuando por fin llego a los baños, entro a uno de ellos y tras salir del mismo comienzo a lavarme las manos. El agua sale fría y con fuerza, lo idóneo para quitar bien la espuma del jabón.

De pronto, siento como alguien entra en el baño. Como estoy concentrada en lavarme bien las manos no me cercioro de quien es.

— ¿Estás disfrutando? — Una voz masculina habla detrás de mí.

Aquella voz... La conozco... La he oído antes...

Mi corazón da un vuelco y mi cuerpo se congela cuando reconozco de quién se trata: León.

Con el temor recorriendo mi cuerpo, me atrevo a mirar en el reflejo del espejo para encontrarme con la figura de León, vestido con un traje negro y camisa blanca, apoyado en la puerta de uno de los baños. Está de brazos cruzados, con sus ojos verdes como esmeraldas fijos en mí y sus tonificados brazos cruzados entre sí.

Aparto mis manos mojadas del agua y me acerco con paso ágil a una de las toallas blancas que hay al lado de los lavabos para secar mis manos.

— ¿No vas a responderme? — me vuelve a preguntar sin moverse tan solo un milímetro.

Ignoro su voz y me limito a secarme las manos para luego, en un acto de valentía y terror, intentar salir corriendo del baño... Pero sus fuertes brazos cubiertos por aquel traje negro me detienen.

Conmigo entre sus brazos, cierra la puerta del baño y me empuja contra la pared haciendo que me quede apoyada en ella algo aturdida por el golpe.

León se acerca a mí, quedando a unos escasos centímetros su cuerpo del mío.

— ¿A dónde pretendías ir, preciosa? — Inclina su rostro hacia el mío. Intento evitar su aterradora mirada, por lo que clavo la vista en el blanco suelo. — ¿Acaso me tienes miedo?

Deberías, preciosa... Deberías. — Aleja su rostro.

Una lágrima comienza a caer por mi rostro.

— Oh... Preciosa, no llores. — Limpia la lágrima de mi rostro, pero yo, de manera casi inconsciente, aparto su mano bruscamente, a lo cual él responde agarrándome el rostro con una de sus manos y apretando mi cuerpo contra la pared. — ¡Maldita zorra! ¿Quién coño te has creído que eres?

Me obligo a mirarle a los ojos, un escalofrío recorre mi cuerpo cuando sus ojos se cruzan con los míos.

— No me das miedo, capullo, me das asco — le miro desafiante.

— ¿De verdad? Mmm... No suenas convincente. — Suelta mi rostro de su agarre y lo acaricia con extraña suavidad.

— ¿Qué haces aquí? ¿Qué es lo que quieres? — pregunto sin mostrar debilidad.

— ¿No lo sabes todavía? — Comienza a reírse de nuevo. — Te quiero a ti, Atenea. Quiero venganza...

— ¿Venganza? Jamás te he hecho nada.

— ¿Eso crees?

— No lo creo, lo sé.

— Atenea, por tu culpa perdí mi trabajo. Toda mi carrera se fue a la mierda. Lo perdí todo.

— ¿Eso es culpa mía? Fuiste tú quien se propasó conmigo.

— ¿Propasarme? Tú eres una pequeña zorra, calienta braguetas, ¿no es así? Todos los días me mirabas, me ponías "ojitos". Contoneabas las caderas delante de mí.

— ¿Estás loco? Jamás me gustaste. Siempre pensé que eras mi amigo... Pero ya veo que fui una tonta pensándolo.

— Oh, Atenea... ¿Por qué lo complicas todo?

Soy tuya - LR - (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora