[Narra Atenea]
Quedan pocos días para volver a España, exactamente tres días.
Los cuatro estamos sentados en una mesa redonda con mantel blanco, desayunando. Yo estoy tomando un café con leche, al igual que el resto, junto con un zumo de naranja y varias tostadas.
De pronto, mientras le doy un sorbo a mi café, se me ocurre una idea.
— Se me ha ocurrido algo — digo esperando la atención de los demás. — Podríamos ir a cenar al restaurante del Four Seasons, ya que nos quedan tres días para volver.
— ¡Me encanta la idea! — exclama Ava con una gran sonrisa. — ¿Verdad, cielo? — Mira a Pietro esperando una respuesta.
— Es una buena idea — responde, para luego mirar a Alexei, igual que yo ya que no dice nada.
— Haré la reserva cuando subamos a la habitación — dice Alexei finalmente. Ava y yo nos miramos victoriosas.
[Una hora más tarde]
— Cariño, ¿has hecho la reserva en el Four Seasons? — le pregunto a Alexei nada más salir del baño.
— Sí, tenemos que estar a las nueve allí. He reservado la última planta para que tengamos mejores vistas.
— ¿¡De verdad!? — Mis ojos se abren como platos.
— Sí — responde con una leve sonrisa. Corro hacia él, quien está sentado en el sofá, y me siento a horcajadas sobre él, generando en él sorpresa.
— ¿Qué ocurre? — pregunto al ver su expresión.
— Tan solo llevas una toalla.
— Sí, ¿y?
— Que con gran facilidad podría hacer esto. — De pronto noto como su dedos se colocan en mi feminidad, haciendo que un escalofrío recorra mi cuerpo y los colores rojos aparezcan en mis mejillas. — ¿Quieres que me detenga? — pregunta con una sonrisa llena de superioridad.
— No, no, no — respondo totalmente sonrojada mientras cierro los ojos al sentir el enorme placer que me provocan los dedos de Alexei sobre aquel punto.
Sus dedos se mueven en círculos y con cada vaivén mis caderas se contraen ante el placer.
Sin ser del todo consciente, clavo mis uñas en sus hombros.
Cuando sus dedos sienten la humedad de mi feminidad, estos se hunden en mi interior, haciendo que suelte un fuerte suspiro y mueva mis caderas para que estos entren con más profundidad.
— Dios mío... — gimo en su oreja para luego besar su cuello.
— ¿Te gusta, muñeca? — me pregunta con una voz ronca a la que no me puedo resistir.
— Sí... — respondo entre gemidos.
De pronto, unos golpes en la puerta me sacan del trance en el que me había sumido llena de placer.
— No hagas caso... Ya se irán — me dice Alexei, pero la puerta vuelve a sonar.
— ¡Atenea, abre! — Oigo la voz de Ava al otro lado de la puerta.
— Tengo que abrir, Alexei... — digo frustrada.
— Está bien... — Me levanto del sofá y me acerco a la puerta.
— ¿Qué pasa?
— Nea, no sé qué ponerme para esta noche, ¡ayúdame!
— Son las once de la mañana, ¿no puedes esperar a por la tarde? — pregunto con los brazos en jarras.
— Sabes que no — me guiña un ojo.
— Bueno, vale... — Suspiro. — Ahora vengo, cielo.
— ¡Vale!
[Siete y media de la tarde]
Comienzo a ojear en el armario para encontrar el vestido elegido para esta noche.
Cuando encuentro el vestido verde oscuro brillante, largo con un corte en la pierna izquierda, de manga larga y espalda descubierta; lo saco, junto con los tacones de aguja negros brillantes también.
Lo dejo tumbado en la cama y con el albornoz puesto me siento en la silla de metal que hay frente al tocador, enciendo las luces del espejo y comienzo a sacar el maquillaje.
Lo primero que aplico es la sombra de ojos verde oscura brillante para cubrir todo el párpado, luego aplico la máscara de pestañas, provocando un efecto de extensión en mis pestañas negras. Cuando los ojos están listos, paso al colorete, corrector y pintalabios.
Mojo mi esponja fucsia con un spray lleno de agua para poder aplicar el corrector en la zona de las ojeras. Ahora que está extendido, paso al colorete, el cual extiendo por mis pómulos, generando un efecto de relleno en ellos.
Y, por último, los labios. Saco el pintalabios rojo y lo aplico con delicadeza por las líneas de mis labios, para luego rellenarlos. Este pintalabios siempre genera un efecto de agrandamiento de mis labios, el cual me encanta.
Para terminar, comienzo a recoger mi cabello en una coleta larga y alta para luego atar mi cabello con mis gomas de pelo negras.
— Estás preciosa, muñeca — dice Alexei colocándose los gemelos de oro en las muñecas de sus mangas.
— Gracias, amor. — Sonrío. Lo miro a abajo y por poco se me cae la baba. Está increíble con aquel traje italiano azul marino y camisa blanca abotonada hasta su pecho perfectamente trabajado.
— Muñeca, ¿estás bien?
— Sí, sí... Es que ese traje te queda muy bien. — Me muerdo el labio inferior.
— Si quieres... — Se acerca a mí y comienza a dejar pequeños y húmedos besos en mi cuello. — Luego me lo puedes arrancar.
— No me lo digas dos veces...
Alguien vuelve a tocar la puerta de nuestra suite.
Nos acercamos a ella y la abrimos, para encontrarnos a Ava y Pietro tras ella. Ava lleva un vestido corto plateado de lentejuelas con escote pronunciado y manga larga; y Pietro un traje negro con mocasines del mismo color y camisa blanca.
— ¿Nos vamos? — pregunta Ava sonriente.
— ¡Sí! Espera que cojo el bolso.
*****
Buenasss.
Aquí estoy de nuevo.
Esta vez no tengo mucho que contarles, literalmente nada que contarles. Pero bueno, en la próxima nos vemos.
Besooos.
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Soy tuya - LR - (+18)
Romance~ 2° parte ~ Cuando alguien cruza la línea del rey de la Bratva, conoce de primera mano el mismo Infierno. La vida de Atenea ha sido puesta en riesgo, algo imperdonable para Alexei. La caza comienza... Pero no todo es tan fácil como parece. ¿Amor...