Capítulo 12: Lágrimas de dolor.

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— Oh, Dios mío — dice Lucía con los ojos abiertos como platos. Deja la caja negra en el escritorio y me abraza.

Yo sigo sin poder decir nada. Estoy en shock. Mi mente no es capaz de procesar un solo pensamiento... Siento miedo, angustia... Impotente.

Ahora... Me doy cuenta de que este infierno no ha hecho más que empezar...

— Debo... — Consigo decir. — Debo hablar con Alexei... — Me aparto de ella, cojo la caja y salgo corriendo del despacho, atrayendo las miradas de varios de mis compañeros.

Cuando por fin estoy frente a la puerta de Alexei, la abro sin dudar.

Por suerte está solo...

— Atenea... ¿Qué pasa?

[Narra Alexei]

Me fijo detenidamente en la expresión de Atenea. Está pálida. Sus labios tiemblan y tiene los ojos llorosos.

Preocupado, me levanto corriendo de mi asiento y me acerco a ella, no sin antes cerrar la puerta.

— ¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Te han hecho algo? — Ella tan solo me mira, con varias lágrimas cayendo de sus entristecidos ojos... — Ven... Siéntate. — La ayudo a sentarse en el sofá de cuero negro que hay pegado a la pared, a un lado de la puerta.

Atenea me entrega una caja negra con un lazo rojo en la parte de arriba. Sin entender muy bien la situación, abro la caja. Mi corazón se detiene cuando veo aquella bala con el nombre de Atenea grabado.

Lleno de rabia tiro la caja a algún lugar del despacho y luego golpeo con una de mis manos la mesa que hay frente al sofá en el que estamos sentados.

— Maldito hijo de puta... Juro que lo voy a matar.

— Alexei... ¿Por qué me quieren hacer daño? ¿Qué he hecho? — Lágrimas llenas de impotencia caen de sus ojos color hazel, lágrimas que hacen que me duela el corazón.

— Tú no has hecho nada, ¿me oyes? No te mereces nada de esto... Te juro por mi vida que voy a encargarme de averiguar quién es el responsable de todo esto y voy a hacerle pagar por ello.

— Entonces... ¿Por qué me hacen sufrir así? Esa bala es una clara amenaza de muerte, Alexei. — Se limpia las lágrimas de sus mejillas.

— No sé quién está detrás de esto todavía... Pero quien se atreva a hacer daño a aquello que más quiero, ten por seguro que no saldrán vivos. — Me levanto del sofá negro y me acerco a la caja con la bala que he tirado hace unos instantes, la recojo y saco mi móvil de uno de los bolsillos de mi pantalón para fotografiar cada detalle de la bala y a continuación enviarle las fotos a Pietro y escribir:

"Atenea ha recibido esto. Necesito que averigües todo lo que puedas sobre el fabricante de esta bala. Cuando encuentres toda la información me la mandas. Lo necesito cuanto antes"

Una vez enviado aquello, me vuelvo a acercar a Atenea, quien ha dejado de llorar.

La abrazo y noto como hunde su rostro en mi pecho.

Es tan frágil... Pero es valiente... Otra persona hubiera huido, se hubiera rendido, pero ella no es así... Sé que es fuerte y que luchará hasta el final.

— ¿Quieres tomarte el día libre? Podemos ir a casa y descansar. ¿Qué te parece?

— No... Prefiero quedarme aquí. Necesito tener la cabeza distraída, pensar en algo que no sea todo esto...

— ¿Segura? No quiero que estés agobiada... Tal vez deberías volver a casa. Iré contigo, no me importa. Puedo trabajar desde casa...

Ella posa una de sus finas manos en mi rostro y lo acaricia con su pulgar, para luego esbozar una pequeña sonrisa y besar mis labios fugazmente.

— No te preocupes... Estaré bien, dentro de lo que cabe. Me viene bien trabajar... Acabo de volver y no puedo marcharme el primer día...

— Soy el jefe, ¿recuerdas? Si te mando a casa no pasa nada.

— Ya lo sé, cielo... Pero no te preocupes. Necesito trabajar, así no pensaré en todo esto...

— Bueno, como prefieras... — Beso su frente y ella cierra los ojos. — Cualquier cosa, por mínima que sea... Avísame, ¿vale?

— Vale. — Atenea se levanta del sofá y se acerca a la puerta. — Te quiero, mafioso.

— Y yo a ti, pequeña.

🥀🥀🥀

[Narra Atenea]

Desde que abandoné el despacho de Alexei la imagen de aquella bala con mi nombre grabado no para de aparecer en mi mente.

No soy capaz de concentrarme más de cinco minutos sin que algún tipo de pensamiento agobiante aparezca.

Decido darme un descanso. Así no soy capaz de trabajar.

Comienzo a dar vueltas en mi silla giratoria, hasta que por mi mente pasa una idea.

ATENEA: Alexei, ¿se pueden revisar las cámaras de seguridad?

ALEXEI: Sí, ¿por?

ATENEA: Tengo la sospecha de que el repartidor que trajo la caja aquí es León.

ALEXEI: No puede ser, le hubieran reconocido el personal.

ATENEA: Lucía dijo que el repartidor tenía los ojos verdes. Hay una posibilidad de que se trate de León.

ALEXEI: Hablaré con el personal de seguridad y les pediré que me envíen las grabaciones de hoy. Si encuentro algo te aviso. No te agobies ni presiones demasiado, no tienes la culpa de nada.

ATENEA: Lo sé... Gracias.

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Helouuu.

Perdón por la espera. Pero he estado muy liada... La verdad es que no están siendo de mis mejores días... Pero bueno. Pasas que cosan.

Disfrutad del cap. 

Besooos.

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Soy tuya - LR - (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora