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Pov Nathaniel

Tanner y Rebecca son unas ingenuos que están jugando con lava y piensan que no les va a parar nada, tal vez puede ser ciento, si ellas no se meten con mi familia y mi mujer, claro que todo puede ir en paz, claro que sí, pero si ellos se atreven a hacerle algo a cualquiera de ellos, los hare vivir un completo infierno en vida.

Los mensajes que le han llegado a mi conejita, no es que sean del todo sorprendentes, sin problemas mis abogados provocan que lo que decía Rebecca es una mentira y ahora es ella la que tiene que responder a las autoridades por hacer me acusaciones falsas, más el caso de todo esto es que nunca me paso por la cabeza que le estarían enviando esos mensajes por su cuenta como escritora, es claro que su objetivo era de alguna manera intimidarla para que ella terminara haciendo lo que él quiere.

Por suerte mi Conejita no es fácil de intimidar y me a contado de estas mensajes, que le han llegado prácticamente a diario y él equipo de seguridad debe saberlo para que nada nos tomó desprevenidos, ya que esto es un problema potencial para todos, además de que es él trabajo de los miembros de seguridad estar al pendiente de esto.

No es que ellos espían cada uno de nuestros mensajes, claro que no, cada uno de nosotros trata asuntos privados y muy personales que si nosotros no queremos compartir con nadie más, así debe quedar, lo que si es que los correos, redes y teléfonos están convierto por un código de identificación de mensajes que envía una alerta a ellos en caso de que cualquiera reciba algún mensaje hostil, perverso o morboso, que casi moroso, estos últimos lo recibe alguna de mis hermanos de algún maldito, pero se encargan de que no se repita.

—Jjjjj— se ríe mi conejita mientras estamos acostados.

—Aún te sigues acordando de lo que nos contó Erick, ¿verdad? — le preguntó divertido.

—Si, jjjjj, es que parece sacado de película y será divertido ver cómo hará para que él abuelo no se entere — dice.

—Cierto, será muy complicado para él, pero tampoco nosotros debemos decir nada — le recuerdo.

—Mis labios están sellados, no te preocupes — me dice ella con seguridad.

—Se que lo están — digo besándola, confío completamente en ella y se que él secreto está a salvo con ella.

Nuestro beso se prolonga, así como también aumente la intensidad de éste, sus manos suben por mis brazos hasta llegar hasta mi cuello y enredarse en mi cabello pegándome más a ella de ser posible y al mismo tiempo peleamos con las pillamos del otro para quitarlas de nuestro camino.

Ambos actuamos con desesperación, en los últimos días apenas si hemos tenido un momento a solas, que si no es porque yo tengo trabajo hasta tarde que terminar o ella que se pone a escribir hasta tarde, lo que hace que se despierte muy tarde y casi ni me pueda despedir de ellas en las mañanas.

Mi conejita me empuja haciéndonos girar en la cama para quedar encima mío, donde aprovecha para quitarse él pijama y mi pantalón también con más comodidad, para después inclinarse sobre mí, besando mi cuello.

—¿Tienes reuniones mañana temprano? — me pregunta ella en susurro.

—No — murmuró, sintiendo cómo mi cuerpo se estremece cuando muerde mi cuello

—Que bien porque no quería sentir mucha culpa porque llegues tarde mañana al trabajo....

*****

Pov Charlott

Desde hace días siento cómo si estuviéramos en él ojo del huracán, ha pasado más de una semana y media desde él día que le conté a Nate de los mensajes a mis redes, que por cierto ya más mensajes cómo esos no me han vuelto a llegar, seguro Nate tiene que ver con eso para que no me preocupe por nada, pero también es que parece que todo se acabo.

Nathaniel Litman ◇Herederos Litman 2◇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora