Xiao Zhan es un doncel que no cree en el amor aunque esté comprometido.
Wang Yibo es una estrella en ascenso el cual tiene una afición por romper el corazón de los donceles a su paso.
Ambos juagaran a no enamorarse.
Xiao Zhan guardaba sus últimas pertenencias en sus maletas listo para volver a su hogar después de cuatro años estudiando en Corea. Miró a su alrededor la que había sido su habitación durante toda su universidad sin reconocerla como propia. Nunca pudo sentirse parte de aquellas paredes de la prestigiosa universidad de Yonsei o de su propio hogar en China, por lo menos no desde el día en que su vida cambió para siempre.
A lado de su cama aún estaba el retrato de Emn Chen el día en que le propuso matrimonio. Su prometido se miraba sonriendo y con sus ojos brillantes como siempre. El anillo en su dedo lo sentía inusualmente pesado, aunque era hermoso y sumamente caro lo sentía fuera de lugar. No es que fuera completamente infeliz, sólo que todo lo sentía ajeno.
Tomó el retrato mirando a Emn. No se quejaba, su prometido era sumamente apuesto, un ejemplar varonil que asediaban todo el tiempo, lo trataba bien sin contar que su unión beneficiaría a ambas familias en los negocios creando una alianza importante, única condición que había puesto su padre, Xiao Jianmin para que él mismo eligiera a su pareja.
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Se encontraba satisfecho, pues no era un compromiso impuesto, sólo pasó, como todo pasaba en su vida. Emn se le había propuesto justo el día de la graduación. Era algo que Zhan había visto venir y por más que lo pensó, no encontró un buen motivo para negarse y simplemente aceptó.
Zhan tenía 22 años y no esperaba más de la vida así que, por qué no hacerlo.
Cuando lo comunicó a sus padres, estos de inmediato aprobaron su elección creyendo a su hijo realmente enamorado de un buen y conveniente prospecto. Suspiró aburrido y arrojó el retrato a la maleta dispuesto a dormir un poco antes de tomar su vuelo.
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El timbre resonó dentro de su departamento casi vacío, Haikuan sonrió dejando de lado su portátil y con entusiasmo abrió la puerta, la visión de la persona frente a él le encantó y sonriendo tiró de la delgada mano del joven para envolverlo entre sus brazos.
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-Supongo que te gusta cómo me veo- Cheng sonrió ante la acción del mayor.
-Me gustaría más si la ropa estuviera en el piso y tu sobre mi cama – Haikuan comenzó a devorar el cuello del menor intentando retirar la ropa que le impedía tocar la suave piel de Cheng.
