33. Juguemos... a el compromiso

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Cheng despertó con el rostro enterrado en los cojines y un gruñido, sentía su cuerpo sumamente débil, apenas si fue consciente de las leves caricias que eran esparcidas por su espalda lo que ayudó enormemente a calmar su mal ánimo y después, lo mejor, al abrir los ojos su vista enfocó lo que parecía el más apetitoso emparedado y su boca de inmediato se hizo agua. Con la poca energía que tenía se animó a tomarlo.

Con suma facilidad, Haikuan ayudó a Cheng a sentarse lo más derecho que pudo, pues el menor se negaba a despegar su atención del sándwich que comenzó a devorar entre gemidos de placer.

-¿Debo sentirme celoso de ese emparedado?- preguntó contento de ver a Cheng comer con las mejillas rellenas y los ojos cerrados.

-En este momento, sí- respondió Cheng con dificultad- Dioses, le haría el amor a este sándwich sin importar que estes aquí- le dio otra mordida enorme y gimió al sentir el sabor expandirse en su boca.

Haikuan esperó pacientemente, dándole de beber sorbos de te verde entre bocado y bocado. Cuando terminó el manjar, Cheng se recostó sobre Haikuan y comenzó a restregarse como minino en celo. Hai no cabía de felicidad y lo abrazó dándole un dulce beso en la frente.

-Tenemos que hablar- dijo el mayor, aunque no quería arruinar el momento, era urgente aclarar ciertas cosas, pues sus tíos estaban en ese lugar y sospechaba que no era nada bueno su presencia.

Cheng se tensó un momento. De inmediato recordó que estaba en algún tipo de relación con Jackson, las marcas de sus encuentros con él perduraron en su cuerpo, aún recordaba la mirada de Haikuan, lastimada, al verlo desnudo. No tenía claro qué responder si le interrogaba sobre eso.

Con eso en mente, el doncel se separó un poco del mayor y cubrió con la sábana su desnudez.

-Te amo- declaró Haikuan rosando levemente la mejilla del menor – y eso nunca va a cambiar. Quiero recuperarte de nuevo, A-Cheng y te prometo que esta vez lo haré bien.

Cheng lo miraba embelesado, mordiéndose su labio para evitar sonreír de alegría, pues sabía que eso no era todo lo que Haikuan le quería decir.

-Tu... ¿Aún me amas?- preguntó Haikuan un tanto temeroso, por lo que tomó la manos de Cheng.

La sonrisa en el rostro de Cheng desapareció - ¿Cómo puedes preguntarme eso después de todo lo que me acabas de hacer? - refunfuñó molesto - ¿Crees que voy por ahí lanzándome a los brazos de quien sea...? – Cheng de inmediato bajó la mirada avergonzada, pues prácticamente era lo que había hecho con Jackson – Yo...

-¿Jackson? – Haikuan no quería acusarlo de nada, pero no pudo evitar preguntar.

Cheng le devolvió la mirada con un rastro de amargura – Él estuvo ahí cuando tu no- dijo secamente. No era su intención sonar tan duro, pero no podía olvidar todo fácilmente, sin importar cuánto le dolió el haber estado lejos de Haikuan. – Jackson salvó mi vida en más de una forma- dijo en un susurro.

-Lo sé- contestó Haikuna con el remordimiento comiéndole las entrañas – y sólo por eso no le he roto la cara por estarse acostando con mi doncel. – añadió más para sí mismo.

El silencio perduró demasiado, con un suspiro, Haikuan miró a Cheng con determinación – Te quiero, Cheng, te quiero en mi vida, en mi futuro, quiero una familia contigo y sin importar cuál sea tu respuesta, aclaro en este momento que ese es mi objetivo, no te voy a dejar ir, porque sé que me perteneces, al final seremos tú y yo.

-No quiero dañar a Jackson- aclaró Cheng, pues a pesar de haber abordado a Haikuan y entregarse de nuevo a él, la culpa y el remordimiento comenzaba a invadir su interior.

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