34. Juguemos... a que no quiero

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La oficina estaba apenas iluminada y el ambiente era tan frío que podía congelar el infierno. El humor se Zhan estaba por los suelos, esta vez, la mirada de su madre no transmitía el consuelo que necesitaba y que por lo regular ella le brindaba. Se sentía sumamente avergonzado, no se atrevía a mirar a su padre quien ni siquiera le indicó que podía sentarse, simplemente estaba ahí parado a mitad del lugar con la mirada gacha y retorciéndose los dedos por la ansiedad. Se sintió de nuevo como un niño siendo castigado, sólo que esto era mil veces peor.

-¿Quién era él? – preguntó de pronto JianMin cuando había acabado su trago.

A Zhan se le fue el aire de los pulmones y se encogió sobre sí mismo sin querer contestar a su padre quien tras segundos de completo silencio azotó el vaso de su licor sobre el escritorio haciendo brincar a Zhan.

-¿Esa es la educación que te hemos dado?- preguntó furioso encarando al menor, tomándolo de la quijada para obligarlo a mirarlo- ¡Revolcarte con quien se te cruce enfrente!

Zhan ya no pudo frenar las lágrimas, pero su voz no salía de su garganta. Por primera vez temía a su padre.

-¡JianMin!- llamó Tingyu a su esposo con tono molesto – No te atrevas a decir esas cosas.

-¡Silencio!- gruñó el mayor apenas dirigiéndole una mirada gélida a su mujer para después regresar su atención a su hijo y tomarlo fuertemente por los hombros sacudiéndolo - ¿Qué hiciste en Corea?-, preguntó con los dientes apretados – Si quiera sabes el nombre del bastardo que te cogió hace un momento.

-No... yo no – intentó el pelinegro, pero le dolían tanto las palabras de su padre, así como la mirada de decepción que no le dejaba decir palabra alguna.

-A-Zhan no es así- intervino de nuevo Tingyu tratando de acercarse a su hijo.

Por primera vez en la vida, JianMin tuvo enormes deseos de golpear a su hijo. No podía perdonar que Zhan fuera esa clase de doncel, acostándose con quien fuera aun teniendo un compromiso. Si bien no estaba del todo de acuerdo de esa unión, eso no era justificación para lo que acababa de ver que hacía su hijo, su orgullo hasta hace unas horas. Estaba completamente decepcionado y furioso.

Se alejó de Zhan y su esposa que lo trataba de consolar en silencio mientras que Zhan se sentía realmente mal por cómo había actuado. Jamás creyó que se enfrentaría a tremenda situación.

JianMin suspiró masajeando su cien y tomó asiento de nuevo en un gran sofá, mirando seriamente a su hijo.

-Tu compromiso con la familia Chen quedó disuelto, por obvias razones. He cometido muchos errores contigo, te di demasiada libertad creyendo que eras lo suficientemente listo y maduro para hacerte cargo de tu persona, pero me equivoqué. – declaró sin mirar a su hijo – Esta noche cerré un trato con los Wang de empresas Lan, hemos arreglado un compromiso con su primogénito.

-¿Qué?- masculló Zhan apenas creyendo lo que decía su padre.

-La familia Wang es una de las más tradicionalistas de toda China, es muy estricta para con sus miembros y creo que es lo que más necesitas para enderezar tu vida, dejar ese libertinaje que arruinará la reputación de los Xiao y eso es algo que no voy a permitir. Mi hijo será un honorable representante de nuestra casa.

-No puedes hacer esto- contradijo Zhan. Tan pronto como la idea de casarse con alguien que no conocía llegó a sus oídos, encontró su voz – No voy a casarme con un completo desconocido, eso es tan retrograda.

JianMin lo miró profundamente – ¡No era pregunta, te lo estoy ordenando! – demandó poniéndose de pie de nuevo – No hay excusa o queja que puedas decir para evitar esa boda. En un mes estarás formalmente casado. Comenzarás de inmediato una vida de recato, no podrás salir solo a ninguna parte y sólo aceptarás la visita de tu futuro prometido.

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