26. Juguemos... a malinterpretar

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Cheng acariciaba a Clara de huevo (su gato) mientras silenciosas lágrimas rodaban de sus mejillas, no podía evitar pensar en Haikuan y su manía de llamarlo Gatito gruñón. Cada vez que enviaba una foto de él con Clara de huevo, Hai siempre decía que eran "su minino con su minino"

La puerta fue tocada un par de veces dándole tiempo de secar sus lágrimas y simular estar en calma.

Zhan se acercaba con una bandeja de comida repleta de verduras hervidas, carne asada y medicamentos lo que ocasionó una mueca de fastidio.

-No quiero comer eso- se quejó apretando al minino en su abrazo.

-Lo siento, Cheng-Cheng, son órdenes del doctor y no me iré de aquí hasta que lo comas todo. – sentenció Zhan con rostro serio. Siempre era la misma discusión. Tardaba horas en hacer que Cheng probara bocado, pero no estaba dispuesto a rendirse con él.

-Jack me llevará a comer- se excusó rápidamente intentando suprimir las náuseas que el olor de los alimentos de provocaba.

-¿Quién dijo que podías salir? Apenas llevas una semana fuera del hospital. No creo que sea lo correcto.

-No puedo permanecer más tiempo encerrado. Ya me siento mucho mejor.

-No es lo que le has dicho a Haikuan- Zhan se percató de la punzada de dolor en los ojos del menor.

-¿Por qué tanta insistencia en que hable con él?- preguntó Cheng molesto – Creí que estarías feliz de que por fin lo dejé. ¿No era eso lo que tanto querías? ¿Por qué ahora lo defiendes?

Zhan se preguntaba lo mismo, pero no podía negar que el humor de Cheng había cambiado considerablemente desde que había terminado con su relación. Odiaba pensar que él influyó en eso. Ver la insistencia de Haikuan en negarse a renunciar a su primo lo conmovía. No había día en que algún regalo llegara a casa de su parte, ni los constantes mensajes con los cuales era bombardeado para saber del estado de Cheng dado que este lo había bloqueado. Yibo mismo le comentaba lo mal que su primo lo estaba pasando, además, cuando Cheng le confesó el motivo por el cual su relación se había roto, podía comprender un poco a Hiakuan, más cuando él mismo fue testigo del ataque a Zanjin y que Haikuan fue el único en evitarlo.

Zhan incluso había conversado brevemente con el doncel que él mismo había rescatado del ataque frente a una cafetería, era testigo del trauma que sufría el menor y como se calmaba al tener a Haikuan a su lado. Al principio había juzgado a Haikuan, había dudado de él, pero cuando los vio convivir, pudo percatarse de la relación que ahora llevaban, además Yibo le había dicho del interés de Zanjin en Yizhou.

Pero eso no era todo. Zhan descifraba a su primo con facilidad y aunque no mencionaba ya la idea de haber perdido a un bebé frente a los demás, varías veces, por la noche, podía escucharlo hablar a la nada, la añoranza y el llanto de no haber estado embarazado como creía. La vez que le mencionó una cita con un psicólogo, Cheng estalló en un ataque de furia que lo había dejado tirado en la cama con fuertes dolores en el estómago por el estrés de mencionarlo, por lo que había desistido de la idea por el momento, aunque sabía que había algo mal en Cheng y tenía la leve esperanza de que Haikuan tal vez pudiera ayudarlo.

El timbre de la casa sonó y Zhan suspiró al ver a Cheng prepararse para salir. Aquel carácter dulce y tierno de Cheng se desvanecía dejando un humor más bien arisco, como si fuera una granada a punto de explotar. Cheng no podía sufrir estrés por el momento, así que resignado tomó la bandeja.

-Sólo cuídate, ¿quieres? – dijo Zhan antes de salir – Haikuan mandó una canasta de frutas para ti...

-Tíralas- demandó Cheng- No quiero saber nada de él.

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