9. Juguemos... a retarnos

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Xiao Zhan llegó al bar aún cuando el sol se centraba en el firmamento, llevaba un atuendo simple, su rostro lo cubrió con unos lentes y un cubrebocas y espero a lado de la puerta trasera del bar, junto a unos contenedores de basura que cubrían a la perfección su figura y esperó pacientemente a que Yibo se reuniera con él.

Había llegado bastante temprano, pero la ansiedad lo estaba matando. En su mente se imaginaba ciento de escenarios y ninguno le gustaba, pero tampoco era una situación a la que podía dar escape.

-¿Quieres pasar?- preguntó la voz de Yibo cuando estuvo lo bastante cerca llevando en sus manos su uniforme de barman impecablemente limpio y un manojo de llaves.

-No. Sólo dime lo que quieres para mantener la boca cerrada – le contestó Zhan secamente sin moverse de su lugar.

A pesar de la negativa, Yibo abrió la puerta del bar quitando varios cerrojos – El lugar está vacío a esta hora, será más privado hablar adentro – En cuanto abrió la puerta, Yibo se hizo a un lado.

Zhan lo miró retadoramente, pero Yibo no se amedranto, simplemente esperó a que el pelinegro entrara haciendo una mueca de resignación.

Yibo prendió varias luces, acomodó sus cosas en la barra y comenzó a bajar los bancos acomodándolos en su lugar ofreciéndole asiento a Zhan el cual aceptó haciendo una mueca.

-No entiendo por qué sigues trabajando en este bar cuando ya ganaste el patrocinio de Emn, y por lo que sé, te dio una buena suma de dinero – comentó Zhan mirando la barra.

-Dinero que ya no tengo- la voz de Yibo llegó amortiguada desde una puerta al costado de la barra.

-Pfff, ¿lo perdiste apostando o qué rayos?- preguntó Zhan entrando por aquella puerta y al momento se arrepintió de haberlo hecho, pudo ver a Yibo sin playera, colocándose la camisa blanca y apreciando el formidable cuerpo del castaño en todo su esplendor. Zhan comenzó a sentirse nervioso y le dio la espalda de inmediato cerrando los ojos y apretando los puños.

-¿Por qué te avergüenzas? – preguntó Yibo acercándose a él, hablándole gravemente y tomándolo del brazo para girarlo.

-No me avergüenzo – le respondió abriendo los ojos creyéndolo ya vestido, pero se sorprendió al encontrarlo aún con la camisa abierta dejando ante su vista su torso tonificado– so... sólo te daba un poco de privacidad – respondió desviando la mirada al sentir sus mejillas calentarse.

Yibo sonrió – Cualquiera que te viera, pensaría que eres un doncel normal por sonrojarte de esa manera – levemente acarició la mejilla de Zhan.

-¿Un doncel normal?- Zhan lo miró molesto alejando la mano de Yibo de su rostro.

-Ya sabes, aquellos que no se acuestan con mujeres – Yibo comenzó a abotonarse la camisa y Zhan no pudo despegar sus ojos de aquellas manos grandes que subían poco a poco sellando aquella vista que lo estaba hipnotizando sin querer. - ¿Quieres que me detenga? – preguntó Yibo con una sonrisa torcida al seguir los ojos del pelinegro sobre su persona sin terminar de abotonar su camisa.

Zhan bufó con molestia saliendo de aquel vestidor y tomando asiento de nuevo en la barra.

-Bien, te escucho- Yibo se arremangaba la camisa blanca dejando descubiertos sus antebrazos y Zhan tuvo que obligarse a no mirar sus grandes manos.

-Yo soy el que te escucha. Dime cuánto me va a costar tu silencio – Zhan miraba al frente sin encararlo.

-¿Dinero?- preguntó Yibo - ¿Crees que quiero dinero?

-¿A caso, no es así?

Fue el turno de Yibo de bufar con una mueca en su rostro – A diferencia de ustedes, a mí no me mueve el dinero.

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