—Llámame cuando tu día acabe, vendré por ti. —Sus manos aun sostenían las mías, estábamos en la entrada del hospital. Me acerque a su rostro y deje un beso pequeño en su mejilla.
—Gracias. —Susurre en su oído, ante mi acto una sonrisa curva sus labios. Lo mire por última vez antes de entrar, él aun sonriendo hacia mí, me alentó a proseguir. Suspiré decidida antes de girar y cruzar por la puerta automática.
Hoy era mi gran día, estaba por pisar uno de los mejores hospitales y no podía contener mi fascinación, tal y como había imaginado, paredes blancas, una que otra enfermera entrando y saliendo de cualquier habitación, no podía creer que ya casi faltaba poco, por lograr cumplir mi sueño, estaba emocionada para que los años pasarán rápido y poder especializarme en lo que me encantaba, que era la medicina general.
Decidí acercarme a una de las tres recepcionistas que estaban en un largo escritorio, una chica morena me atendió muy amable, me informó que el director del hospital está de vacaciones, pero que sin embargo, el sustituto no demoraba en llegar y que me habían estado esperando.
—Puedes subir al cuarto piso y esperarlo. Fue un gusto atenderla señorita Holister.
Agradecí y me dispuse a marcharme para buscar el ascensor, no me demore en subirme en él, quería verlo todo, pero no quería atrasarme, seguramente me darían algún recorrido o más tarde con el ajetreo de los pacientes conocería un poco más sobre este lugar. El cuarto piso se encontraba en silencio, su piso era de mármol y relucía su brillo, sólo escuchaba mis pasos al caminar por el extenso pasillo, cada una de las habitaciones estaban marcadas con el apellido de los administradores del hospital. Seguramente, este era el piso administrativo del lugar. Había una gran ventana horizontal con vista a gran parte de la manzana, pequeños copos de nieve empezaban a caer y por primera vez en años, sonreí al verlos.
Me quedé ahí por un par de minutos, contemplando la buena vista que tenía desde ahí arriba. Pensaba en lo afortunada que era por esta segunda oportunidad, quería que los directores educativos de la universidad no se arrepintieran de esta decisión y sobre todo quería aprovecharla al máximo.
Sumergida en esos pensamientos, escuché un carraspear detrás de mí, parpadee regresando a la realidad y gire de inmediato un poco sobresaltada.
Y justo ahí, en ese momento, en ese lugar, algo dentro de mí se desvaneció.
Apagándose por completo en tan sólo segundos.
Quise cruzar por su lado y marcharme de ese lugar, claro que lo quería, pero una vez más, no podía, era algo imposible.
Simples dos opciones: la primera ante todo me consideraba una profesional y lo segundo, en este lugar no tenía enfrente a mi padre, sino al director del hospital.
Era quien mandaba y lo haría también conmigo, simplemente no creía que pudiese separar ambas cosas y eso era lo que apagaba todo dentro de mí.
—Cuando leí tu nombre en el informe de la facultad, me sorprendí pero verte aquí me has dejado aún más sorprendido. —Lo mire completamente seria, sin ninguna expresión en el rostro. —Acompáñame por favor.
Ingresamos a su oficina, en todo momento lo seguí, se hizo a un lado de la puerta para dejarme entrar, ahora toda mi atención estaba en sus palabras, no me importaba lo que dijera sobre mis estudios, lo único que me interesaba era saber lo que me correspondía hacer en este lugar para irme, porque eso era lo que ahora más deseaba.
—Sólo una práctica supervisada y eres doctora interna, me siento un poco indignado, ¿por qué recién me entero?
Mi desagrado hacia él, no tenía reparo ni ganas de ocultarlo. Él era consciente, mi padre nunca fue un hombre tonto, siempre entendía y captaba muy rápido las palabras no dichas.
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Una Mentira Por Amor
RomanceMaia Holister sufre en silencio, todos los días, para ella la felicidad quedó en su pasado, pero su pasado no quiere dejarla atrás. Las mentiras duelen pero hieren más si vienen de tus propios familiares. Una historia de amor y dolor, marcada a tr...