26. Simplemente no podía ser feliz.

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El frío en la ciudad aumentaba, cuando menos nos dimos cuenta, estábamos en mitad de enero cubiertos por toneladas de nieve. El invierno al final de cuentas resultó ser nuevamente mi peor pesadilla, no lograba pasar la página tras la ida de Aden. Aunque esta vez no estaba sola, era lo que mantenía sobria o eso era lo que pensaba.

Jaden se había quedado aquí, pasaría un gran tiempo, antes de que la temporada en Massachusetts comenzará. Con su compañía revoloteando por toda la casa, trataba de disimular lo mal que llevaba el tema de Aden, aun así suponía que no era un gran secreto, pues mi pésimo aspecto había regresado y eso decía más que mil palabras. El silencio de la noche me ayudaba a pensar todo con más claridad, pero al final dejaba parte de la madrugada para saciar mi llanto, de esa forma siempre sacaba de mí lo que me carcomía por dentro.

No obstante, releía sus letras pasmadas sobre ese papel y no podía cumplir con lo que pedía; simplemente no podía ser feliz.

No daba crédito que lo había perdido por temerosa, cuando mi mayor miedo, era perderlo a él. No nos pertenecíamos. O quizás, nunca tuvimos esa segunda oportunidad como él lo dijo. Y por difícil que resultará, me negaba a la resignación, porque el arrepentimiento ya estaba impregnado en mí.

Una noche, me había quedado hasta tarde, no medí el tiempo que había trascurrido desde que estaba hecha polvo sobre la alfombra del living. Si, justo donde aquella noche había decidido acabar con mi vida.

Escuché los pasos de alguien acercándose y maldije por lo bajo, cuando aquella figura se posaba delante de mis ojos y sin pedir permiso se acomodaba a mi lado.

—¿Recuerdas que te dije que esperaba que ninguno de los dos se arrepintiera? —Colocó sus brazos sobre sus rodillas. Y negó, haciendo un gesto con su boca. —No quiero verte más así, debes dejar de hundirte, debes aceptar esto Mai, ustedes lo decidieron.

—Ya sé. —Espete. —Sé que es nuestra maldita decisión, pero duele.

—Sé que así es Mai, pero debes tratar de alejar esta tristeza de ti. No quiero ver que la depresión te arrastra nuevamente.

Mordí mi labio, sabía que tenía razón, llevaba muchos días sin poder ver una luz al final del, túnel y las probabilidades que estuviera por caer en una depresión eran mayores. Me sentí mal por escucharlo tan preocupado, otra persona más se unía a tratar de sacarme de un hueco profundo y eso me hacía sentir mucho peor.

—Perdón. —Murmure, él no dudo en cubrir mi cuerpo con sus brazos.

—Mai, no tienes que pedir perdón. Quiero ayudarte, no puedo verte así, necesito que vuelvas, tal vez no sea Aden pero quiero verte reír. —Esboce una pequeña sonrisa. —Sé que no le gustaría saber que estas así, haré...

—¿Has hablado con él? —Me separe de sus brazos interrumpiéndolo. Él soltó un suspiro y negó. Resople. —¿No dejó ningún número de teléfono o dirección?

—No, sólo dijo algo extraño. —Fruncí el ceño, él siguió pensando en las palabras. —Sabrán de mí en el momento justo.

—¿Ah?

—Creo que regresará cuando menos lo pensamos. —Comentó desviando la mirada, hice lo mismo pensando ahora en su carta.

Todo parecía confuso, raro. Lo que había escrito era que me vería siempre de lejos sin acercarse, pero ahora con las palabras que le dijo a Jaden, todo se volvía más extraño. ¿Al caso se trataba de un acertijo?

—¿No debo preocuparme o sí? —Lo mire nuevamente, él lo pensó antes de contestar.

—No. Aden es misterioso. Siempre lo ha sido. Seguramente se quiere hacer el gracioso.

Una Mentira Por AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora