35. Desaparecido.

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—Tengo que hacerlo. —Susurró, me aparte de sus brazos, fulminándolo. —Todo estará bien, lo prometo.

—¡No hagas eso! —Grite levantándome de la cama, él intentó detenerme pero me aparte. —No puedes prometer algo, que no sabes si puedes cumplir. —Bajó la mirada. —No quiero perderte otra vez.

—Eso no sucederá. —Se acerca y limpia mis lágrimas. —La muerte es mi aliada Mai.

Empujó su pecho. —No juegues con eso.

—Lo siento, no me gusta despedirme de ti.

—No te despidas, quédate un rato más por favor. —Hago un puchero, él frunce los labios mirando hacia la puerta y asiente, suelto un suspiro.

—Sólo un poco más. —Dice, toma mi mano y me dirige a la cama. —Ven, tú y yo aún tenemos muchas cosas de que hablar. —Asiento, dejándome guiar, me ayuda a acostarme, quedando él de frente. —¿Quién era el sujeto que estaba con ustedes ayer?

Lo miró desconcertada, creí que hablaríamos de otra cosa. Muerdo mi labio, él no pasa desapercibido ese gesto y tensa su quijada, cruzando los brazos en su pecho desnudo, puesto que se había quitado la camisa hace segundos.

—¿Tú y él...? —Pregunta dolido. Niego rápidamente. ¿Cómo puede pensar eso?

—Es mi psicólogo, lo conocí en la clínica de rehabilitación, no hay nada más que una amistad.

—Parece que él no lo entiende... Te veía... —Cerró sus ojos por un segundo. —Olvídalo.

—¡No! —No quería que pensará que había algo más ahí. —Él sabe lo nuestro Aden, sabe que tengo alguien en mi vida, yo no podría cambiarte. —Admití, mirándolo, él me dio una sonrisa de boca cerrada. Suspiré.

Desvió la mirada y dijo. —Si algo me llegara a pasar, no te prohíbas tener algo con él. Se ve que te aprecia, podría llegarte a amar más de lo que piensas.

Sus palabras me habían dolido, mis ojos se llenaron de lágrimas tanto así que tuve que desviar la mirada de él hacia la ventana. —No digas eso, tú volverás. —Susurre, levantándome de la cama.

Limpie mis lágrimas, sentí sus brazos atraparme desde atrás. Negué llorando, incapaz de pronunciar palabra. Él colocó su cabeza en mi hombro y besó mi mejilla.

—Volveré Mai. —Afirmó. —Es sólo que debes saber cuál es mi deseo para ti, no quiero que regreses de nuevo en todo lo que estabas, por mi culpa.

—No me gusta esta conversación. —Murmuré, él se coloca enfrente de mí y vuelve a limpiar mis lágrimas.

No quería seguir escuchándolo, quería pensar que él volvería y todo esto, terminaría para siempre. No habría más venganza ni enemigos, ni mentiras por "amor". Solo seríamos él y yo.

Nos quedamos en silencio sólo mirándonos el uno al otro, él intentó hablar pero cerraba la boca en un intento fallido por crear conversación. Pase por su lado, para dirigirme a la ventana, quería ver que había allá afuera. Hice a un lado la cortina blanca de seda y observe una gran zona verde elevada, lo que me pareció curioso, ya que hacía el otro sector, un poco más bajo, había una piscina. Todo estaba iluminado con luces blancas, pues había oscurecido hace un buen rato. La luna brillaba e iluminaba, el exterior de la propiedad, a pesar que todo está rodeado de grandes muros blancos, se podían apreciar algunos árboles, más bien parecía un gran bosque.

—¿Te gusta? —Cuestionó Aden detrás de mí, asentí sin verlo. La casa era linda. —Es de mi madre. —Gire hacia él sorprendida. —Mi padre le hizo mucho daño, así que quiso poner esta casa a su nombre, con el propósito que mi madre lo perdonará, pero cuando nos encontró, mi madre estaba muy enferma, así que nunca vivió aquí.

Una Mentira Por AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora