17. No es justo para ti.

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No estaba en condiciones, ni mucho menos, tenía la fuerza de voluntad para tirarlo a la basura. 

Entonces, lo hice. Una vez más había caído en la tentación, sentí el delicioso placer que me provocaba inhalar a través del pequeño trozo de aluminio.

Era incapaz de sobrellevar esto y quizás, tan sólo se trataba de una excusa, pero sentía que había regresado al punto de inicio, ese punto que me había ahogado y no me dejaba salir.

Pero, ahora nada me importaba.

Inhale un poco sintiendo la gloria de nuevo en mí, inhale una y otra vez, hasta acabar con los pequeños trozos que contenía esa bolsa.

Mi pecho se oprimió con fuerza recordando todo lo que había pasado durante estos días, poco a poco mi cuerpo fue cayendo en el frío suelo, quedé ahí, en medio pasillo tumbada con los brazos a cada lado, sólo miraba un punto muerto en aquel cielo tan alto.

El miedo por la soledad volvió a crecer en mi interior. El apartamento estaba a oscuras y cada vez se sentía que el frío crecía.

Volvía a ser la misma mujer insignificante.

El dolor en mi pecho aumentaba, deseaba poder gritar y soltar todo este dolor de esa forma, pero ya no tenía fuerzas, ni siquiera para seguir llorando.

Di media vuelta observando los grandes edificios que se admiraban a través del ventanal. Mi cuerpo se sentía completamente inmovilizado y débil. El chasquillido de mis dientes era lo único que se escuchaba.

No sólo me dolía perderlo, el peso por haber roto una vez más una promesa, me arrasaba con fuerza, sabía que no podía seguir prometiendo algo que no iba a cumplir, pero había estado tan segura de no hacerlo sólo por él que todo se había desbordado tan rápido.

Cada lágrima, recordaba el sabor amargo por lo sucedido con mi padre y por no ser una mujer fuerte ante él. Lloré por Aden, por reencontrarnos y perdernos a la vez. Por la soledad que siempre iba a ser mi compañera.

Odiaba recaer de esta forma, odiaba que mi estado emocional siempre saliera afectado por las diferencias con mi padre, con lo sucedido esta tarde me hacía entender que nada iba a salir bien, el roce entre ambos era mucho más fuerte que el lazo familiar, todo iba a empeorar con él supervisandome.

Ahora más que nunca, necesitaba a Aden, mi sueño de graduarme había llegado a su fin y él ya no estaba...

—¿Dónde estás, A? —Tartamudeaba, el frío que comenzaba a sentir era insoportable. Mis labios temblaban y no sentía mis manos. No me importó.

—¿Maia? —Escuché, era su voz. No se escuchaba cerca. Cubrí mi rostro con mis manos exhausta. Volvia a alucinar. —¡Maia!

Intenté abrir los ojos, no podía hacerlo, sólo escuchaba todo a mi alrededor. No lo veía, pero sabía que estaba aquí, de alguna forma, Aden estaba aquí.

—Joder, ¡Maia! —Habló desesperado, soltó una exclamación cuando sus brazos me rodearon. Sentí su calor temporal, y quise acurrucarme entre en su cuerpo.

Aden caminó rápido hasta el baño más cercano y me dejó dentro de la bañera, sentía el frío hasta mis huesos. Abrí los ojos sorprendida, al notar que comenzó a quitar mi ropa, me observó por una milésima de segundo notando mi reacción, sus ojos me miraron caudalosos, inspeccionando todo mi rostro. Había visto algo en mi mirada, quizás no estaba del todo consciente, pero note que su nivel de preocupación, era el mismo de decepción.

Desvíe la mirada, dejando que con sus manos desprendiera toda la ropa de mi cuerpo. Abrió el grifo, llenando la bañera de agua caliente, mi cuerpo necesitaba de este calor. No lo mire más, recosté mi cabeza en la cabecera de la bañera, dejé mi cuerpo de medio lado, dándole la espalda. Una lágrima brotó por mi mejilla, estaba perdida.

Una Mentira Por AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora