Abrir los ojos tras una noche incierta, podría ser lo más agotador de un posible dilema, no querer levantarse...
Sentía que necesitaba intentar nuevamente dormir un ratito más, pero alguien detrás de la puerta insistía poder ingresar.
Me levanté sin fuerza alguna, por la noche le he puesto seguro a la puerta, ya que tuve una decaída un tanto severa y no quería que me tratarán de controlar, ya que iba hacer peor el problema.
Pensaba demasiado, la ansiedad había vuelto en mí y me aterrorizaba volver a caer en ese abismo, lo único que me retenía era él, Aden. Pero, que él estuviese aquí, no me daba la seguridad para confiar en mí misma, temía porque sabía que tarde o temprano caería y eso realmente me hacía sentir la persona más miserable para él.
El deber, no era una zona de confort estable en la cual podía confiar.
—He preparado algo especial. —Dijo Aden una vez que su cuerpo se recargaba en el marco de la puerta.
Suspiré, no quería hacerle sentir mal, rechazando su invitación, pero estaba ahí, tan sólo mirándome y ofreciendo su mano, adoraba que siempre tratara de hacerme sentir mejor, pero hoy era la excepción.
No quería lastimarle y no quería lastimarme. Ya que lastimándolo a él, me lastimaba a mí misma.
Tomé su mano, sin pensar demasiado en qué podría suceder. Tan sólo debía dejarme llevar hasta que mi cuerpo exigiera otra cosa, exigiera alejarme de él porque sabía que algo no andaría bien.
Cubrió mis ojos con sus manos y me hizo caminar al frente, mientras él me guiaba desde mi espalda. Me dejé guiar por él, sabía que no me dejaría tropezar con algo. Un frío recorrió mi cuerpo y de inmediato supe que estábamos en el ático.
—Justo ahí. —Me sitúa en algún punto. —No abras tus ojos. —Susurró a mi oído. Un escalofrío viajó a través de mi nuca. Sus pasos se alejaron un poco, pero no demoró en regresar hacia mí. —¿Preparada?
Asentí, abriendo los ojos. Sonreí al notar como había transformado mi ático, en un pequeño lugar acogedor. Pero, sonreí mucho más al verlo a él, había extendido un bouquet en colores pasteles y era hermoso.
—¿Qué es todo esto? —Susurre, tomando el bouquet y aspirando el dulce aroma de las rosas.
—Un picnic en invierno. —Se hizo a un lado para poder observar lo que había detrás de él. Había colocado un par de mantas y cojines. Alrededor de todo esto, había una gran carpa que cubría la parte de arriba, se veía un lugar caliente y todo estaba decorado con pequeñas luces amarillas. —He preparado el mejor desayuno para ti.
—Gracias. —Agradecí a través de un murmuro, ya que él se había acercado lo suficientemente cerca para irregular mi respiración. —Me encanta.
Dejó un pequeño beso sobre mis labios, no me moví ya que esa acción me había sorprendido, seguí cada uno de sus movimientos y era asombroso notar lo avergonzado o tímido que se mostraba al hacer esas muestras de afecto.
Rodeó mi cintura con un brazo y nos adentramos a la pequeña carpa, tomando asiento sobre las mantas. Realmente, el frío no se sentía.
Traté de desayunar lo más que podía, estaba delicioso de eso no había duda, verlo reír cada vez que me miraba era algo mágico y sin dudar me sentía feliz. Él me hacía olvidar todo lo malo cuando estábamos así; juntos.Sí, me había enamorado por completo de él hace algunos años. Lo había perdido y creí nunca más verlo ni abrazarlo. Cuando había dado todo por perdido, nos reencontramos y desde ese momento respiro por él. Aún su presencia causa todo tipo de reacciones en mi cuerpo, pero nada se compara con la mezcla de emociones que él provoca en mí, cada mañana su mirada se clava tan profundo en mi corazón y me hace querer nunca soltarle.
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Una Mentira Por Amor
RomanceMaia Holister sufre en silencio, todos los días, para ella la felicidad quedó en su pasado, pero su pasado no quiere dejarla atrás. Las mentiras duelen pero hieren más si vienen de tus propios familiares. Una historia de amor y dolor, marcada a tr...