Como dijo aquella mujer en el hospital.
Los cuatro jinetes caminaban por la tierra, una reina los mantuvo bajo control por un tiempo.
Pero la reina se apago y ahora.
Están libres, el rencor recorre sus venas y el hambre de venganza los consume...
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Ramiel...
El silencio en todo el cuarto, Jerry en el suelo mientras Mia sostenía su cuerpo y la vida del castaño que se apagaba mediante los segundos pasaban.
Los ojos de la rubia, entornados en una nebulosa que jamas habia visto. No lloraba, no escuchaba lamento alguno, solo silencio.
-¿Fresita?- Azazel se arrodillo a tomarla, queriendo que se levantara del suelo donde la sangre de Jer se derramaba.
Cuando estaba en el colegio, escuche decir a un maestro que las personas eran buenas hasta que se quebraban, hasta que algo los terminaba de hacer pedazos. A lo largo de mis años como asesino aprendí que no debía temerle a quienes se comportaba mal.
Sino a aquellos que sonreían y podían hipnotizar con la mirada, aquellos que tenían tan puro el corazón, pero el alma era un agujero negro que absorbía todo sin piedad. Nos equivocamos al pensar que un ángel que venía del cielo podía controlar a unos monstruos creados por el infierno.
Porque a las bestias, solo las controlan los demonios, y a los demonios, solo los gobierna el diablo.
Mia, quien no podíamos descifrar porque nos dominaba de esa forma, siendo nosotros, sus fieles perros guardianes. Dispuestos a cortar las manos de quien quisiera tocar a nuestro pequeño angel.
Sus iris azules se oscurecieron aún más, como si alguien hubiera soplado la llama de ilusión que siempre tenía, y todo dentro de ella, se envolviera en una total oscuridad que estaba hambrienta.
-¿Mia?- La llame, queriendo que se levantara de ese piso y viniera a donde estabamos, dado que Asher se mantenía a su lado y no podía dispararle.
-Jerry- ella solo acaricio el cabello del joven que ya había muerto.
-Amor- Azk dio un paso adelante, provocando que los hombres de nuestro padre levantaran sus armas y nos apuntarán nuevamente. -Amor, los niños te extrañan-
Lo más normal habría sido que ella reaccionara ante el nombramiento de nuestros hijos, pero no fue así, todo lo contrario. Se quedó inmóvil, pedida en su cabeza.
-LARGUENSE- Asher hablo -Larguense o les volaré los sesos ahora -
-Hagan silencio- mis oídos alcanzaron a oír su voz como un susurro mientras la rubia acomodaba el cabello de Jerry.
-Jefe, solo de la orden- uno tipo de seguridad de mi hermano me sonrió mientras le quitaba el seguro a su pistola.
-Callense, no quiero oirlos- volvió a hablar en un tono que nos era extraño.
La risa de Mark desde un costado resonó, en todo el silencio del cuarto.
Un de los tipos que le pertenecían a mi padre, tuvo la mala idea de acercarse a tocar a Jerry, obteniendo como recompensa que Mia en un acto rapido tomara su muñeca y la quebrara, dejándolo en el suelo mientras gritaba.
