Como dijo aquella mujer en el hospital.
Los cuatro jinetes caminaban por la tierra, una reina los mantuvo bajo control por un tiempo.
Pero la reina se apago y ahora.
Están libres, el rencor recorre sus venas y el hambre de venganza los consume...
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Azkeel...
El plan era simple, llevaba 2 meses metido en esta clínica. Las enfermeras aquí eran un poco estúpidas y gracias a la ayuda de Jerry pudimos hacer que me internaran en el psiquiátrico, con una identidad falsa
*Flashback*
-Puedes estar aquí por 5 meses máximo- Jerry me hablaba mientras conducía por las calles de Londres-
Asentí.
-Te pondrán en un cuarto solo, por tu seguridad-
-Querras decir, por la de los demás- sonreí de lado.
-Tu psiquiatra será otro, no logre que él fuera tu médico de cabecera, tendrán que arreglárselas para hacerlo-
*fin flashback*
Me costó poco, hacer que se enamoraran de mi. Así logré meter las armas que mis hermanos me trajeron en una visita. Mi estuche con navajas y cuchillos, mi Glock con percutor limado y silenciador modificado. Estaba algo ansioso, porque esperé este día por cinco putos años.
Por suerte me habían puesto en una habitación solo, si hubiera tenido que compartir cuarto con algún otro demente. Su sangre ya estaría regada por toda la habitación.
Mientras esperaba que la enfermera rubia con un tic en el ojo viniera por mí. Repasaba todo en mi cabeza, tenía un plan a, un b y un c.
-A tu consulta ángel- y ahí estaba la rubia.
Le dedique una sonrisa coqueta y salí de la habitación.
-¿Mi terapeuta está esperando?- pregunté curioso.
-No no, hemos tenido que llamar a su reemplazo. Tu terapeuta tuvo un accidente-
"accidente" sonreí internamente.
Un coche se lo había llevado por delante a la salida de un prostíbulo clandestino. Claro que fue un accidente. Y el conductor había sido Azazel.
Caminamos por un largo pasillo, luego había que subir dos escaleras y finalmente pasar una tarjeta de identificación. Detrás de la reja se encontraba otro pasillo con los consultorios de los profesionales. Me encargue de memorizar el mapa del lugar.
-Llegamos- me señalo la puerta, se acerco a mi y la deje manosear un poco.
-Bien, eres un buen chico-
-Que rico- susurre en su oido.
-Tu y yo jugaremos luego ángel- me guiño un ojo.
Abrió la puerta y me dejó dentro del consultorio.
Este no era como en el que había estado anteriormente. Todas las cosas parecían de un hombre anciano, había un par de carpetas sobre un lado del escritorio. Un diván y un par de sillas. Algunas flores y por último. Una lapicera con su apellido.
Mi apellido.
"Dr. Villin, esta tarde vas a morir. Querido padre"
Caminaba de un lado al otro, esto no era normal en mi. Estaba... ¿nervioso?
Fui a una de las ventanas para tratar de calmarme, viendo la lluvia fuera. En Londres llovía todo el tiempo. Era uno de esos lugares tristes, que parecían estar estancados en sus recuerdos más dolorosos.
Los pasos comenzaron a oírse y las voces de dos personas hablando. Sentí como abrían la puerta e inmediatamente saque un cuchillo del borde de mi pantalón color verde oliva. El aire del lugar se lleno de un aroma conocido para mi, moví mi cabeza creyendo que me jugaba una mala pasada otra vez.
-Doctor- dije mientras me daba vuelta, con una mano en mi espalda.
Y todo se detuvo, en ese preciso momento.
-Doctora- sonrió.
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