Como dijo aquella mujer en el hospital.
Los cuatro jinetes caminaban por la tierra, una reina los mantuvo bajo control por un tiempo.
Pero la reina se apago y ahora.
Están libres, el rencor recorre sus venas y el hambre de venganza los consume...
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Azkeel...
Me encontraba caminando de un lado a otro mientras ella estaba sentada en el sofá frente al diván donde había estado acostado. Fingía que no le prestaba atención mientras ella escribía pero la verdad era que cada que podía me quedaba viéndola y detallando cada cosa de ella.
Queriendo recuperar estos cinco años, en los que me hizo tanta falta.
-Azkeel-
-Dígame doctora-
-¿Vamos a hablar de por qué tuviste ese episodio ayer?-
Cierto, el "episodio de ayer", en realidad le había roto la tráquea a uno de los internos cuando lo escuche hablando de mi niña tonta de manera inapropiada.
-Solo me hizo enojar- me encogí de hombros.
-¿Por qué?-
-Estaba diciendo cosas malas-
-¿Qué cosas?- ella anotaba en su libreta.
El guardia tocó la puerta y cuando ella dijo que podía entrar, revisó toda la habitación y volvió a salir. Era una ronda de revisión que hacía en todos los consultorios cada 20 minutos. Tenía ese tiempo para poder actuar.
Camine con tranquilidad, admirando su perfil, mientras escribía concentrada. Me puse de rodillas frente a su cara y el olor de su colonia me dejó un poco hipnotizado, era jodidamente delicioso como ella.
-Azkeel, vas a contarme..-elevo su rostro buscándome en la inmensidad del cuarto.
-Si le voy a contar- se sobresaltó por lo cerca que estábamos. Sonreí de lado al ver sus mejillas enrojecerse. -Le quebré la tráquea porque estaba hablando de usted doctora- me acerque un poco más quedando al lado de su oído.
-Y jodidamente lo haría de nuevo- susurre -porque nadie le falta el respeto a algo mio-
-¿Que...que dices?-
se removió un poco pero no la deje, me moví encerrandola en el sofá individual con mis brazos.
-Lo que oyes... eras, eres y seras siempre mia-
-Nece..necesito que te muevas Azkeel, esto no esta bien- su mirada fue a otro punto en el cuarto. Con mi mano logre que volviera a verme.
-¿Por qué no esta bien?-
-Eres mi paciente, no puedes tener algun tipo de afecto hacia mi-
-Mia..¿te puedo besar?-
Vi como trago con fuerza.
-Dime... si acerco mis labios a los tuyos- cada vez hablaba mas ronco -¿Qué haras?-
-Yo...-
-Y si mi mano va a tu muslo y toca tu tan exquisita y cremosa piel- mis dedos fueron al borde de su falda tubo e hicieron un pequeño roce que la hizo soltar aire con pesadez.
-Esto no.. no está bien-
No le di tiempo a continuar, estampe mi boca con la suya y no se movió, por un momento sentí como su cuerpo entero se tensó pero fue cediendo a medida que acariciaba su rostro.
-Déjame amarte- fui llevando mis dedos hasta rozar la tela de su braga, me puse duro de sentir como la humedad comenzaba a producirse. -por favor, te necesito-
-No puedo... estoy casada-
-Tu esposo me importa una mierda, dime si quieres que me vaya y lo hare. Pero dimelo mirandome a los ojos- me molestaba saber que alguien mas la habia tocado- Dilo-
-Azk- un jadeo abandonó su garganta cuando moví mi pulgar sobre el botón sensible. -La puerta, debes... cerrarla-
Me separé de su boca y fui a ponerle seguro. Volví y ella tenía las pupilas dilatadas, mientras mi polla se apretaba contra el pantalón del uniforme.
La sostuve del trasero, elevándola para que enrollara sus piernas sobre mi cintura, camine con ella hasta el diván donde la recoste y le quite la falda, mientras ella se sacaba la blusa. El maldito conjunto de encaje color lila que llevaba me dejó sin aire. Un par de hematomas en su cintura y muslo llamaron mi atención.
-¿Qué te pasó?-
-Yo... mi esposo y yo discutimos, me empujo sin querer y caí golpeándome contra un de los muebles- sus ojos se empañaron -yo no...nadie lo sabe, por favor no le cuentes a nadie-
Negue -No lo haré. Mia, dejame ver tus ojos- le sonreí y ella tímidamente volvió a fijarse en mí. -Eres una obra de arte- me acomode sobre su cuerpo besándola con suavidad mientras recorría su cuerpo con mis manos. Baje mi pantalon y la volvi a observar -¿Estas segura?-
No queria obligarla a nada, y se que por el momento no era mas que su paciente.
Asintio.
Con cuidado baje sus bragas y me posicione en su entrada.
-Eso no va a entrar aquí- rió al ver el tamaño.
-Si fresita...entrará-
Su gesto cambió a uno de completa confusión, como si un recuerdo hubiera atacado su mente y la hubiera vuelto un desastre. Mi corazón latió con rapidez, quizá habría recordado la primera vez que lo hicimos y le dije eso.
-¿Mia?-
-Es.. estoy bien, pero no puedo. Perdona- sus ojos se llenaron de lágrimas, se quiso separar de mi pero no la deje.
-No te disculpes- acaricie su mejilla reteniendo la gota que caía -No me gusta verte llorar niña tonta- me voltee y la acomode en mi pecho.
-Perdón- susurro.
-Sh, solo déjame sentirte conmigo, no quiero nada más en este momento-
-¿Por qué yo?-
-Porque eres la única que aleja a las voces de mi cabeza- mis dedos jugaban con unos mechones dorados -la reina de nuestros monstruos-
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