Como dijo aquella mujer en el hospital.
Los cuatro jinetes caminaban por la tierra, una reina los mantuvo bajo control por un tiempo.
Pero la reina se apago y ahora.
Están libres, el rencor recorre sus venas y el hambre de venganza los consume...
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Munich, Alemania...
Son las 3 a.m, estoy sentado en la orilla de la cama. La pelirroja que está recostada, me mira fijamente.
-¿Cuando vas a quererme a mi?-
-¿De qué hablas?- respondí con ironía.
-Hablo de esto- se señalo a ella y luego a mi.
-¿ Por qué le quieres poner nombre o darle un sentimiento?-me molestaba que se pusiera sentimental cuando sabía que sólo nos acostamos. -Mi corazón le pertenece a alguien más.- tome mi pantalón del suelo
-Lleva 5 años muerta-gritó enfadada.-¿Qué tiene ella que no tengo yo ?¿Por qué la amas a ella y no a mi?-
La mire sonriendo irónicamente y levanté tres dedos de mi mano
-Primero, no me recuerdes que está muerta. Ya lo sé- baje el dedo del medio
- Segundo, es simple tu no eres ella. Eso tiene.-baje el dedo índice
- Y tercero, no puedes amar el día si ya viste a la luna y las estrellas iluminarte en la oscuridad absoluta.
Me acerque a su lado de la cama y la tome del mentón-Tu eres hermosa, no creas jamas lo contrario. Pero ella era lo más parecido a tener la vía láctea en las manos.-
Nos recostamos en la cama de nuevo, y vi como su respiración se relajaba, entrando en un profundo sueño. Cerré mis ojos y...
Estoy en el bosque de nuevo, pero sonrió al ver pasar dos niños pequeños jugando con Fénix. Azazel, Ramiel y Arakiel están a un lado comiendo sandwiches y con la misma sonrisa estúpida.
-No corran, pueden caerse- escuche su voz y me gire confundido.
Venía con una jardinera y con un bebe en sus brazos, me miró y vi su sonrisa de nuevo, esas mejillas rosadas. Y sus ojos..
Azazel tomó al pequeño en sus brazos y ella se sentó a mi lado.
-Hola niño malo- me beso en la comisura del labio y se sintió tan real.
No respondí, me quedé paralizado por lo que estaba viendo.
Uno de los niños vinieron corriendo a mi y me abrazaron- Hola papi-
Era una hermosa niña rubia, con el color de mis ojos. Grises pero brillantes.
Mire a la niña, y luego a Mia, quien le acomodaba el cabello al otro niño. Sus ojos son como los de ella y los de Ramiel.
Cerré mis ojos, intentando creer que es solo un sueño. Y cuando los abrí, Mia estaba en mis brazos, cubierta de sangre. Mi gritos se volvieron ahogados, no podía hacer nada
-DESPIERTA, ES UNA PESADILLA- Abrí los ojos y Laila me sostenía de los hombros.
-¿que, que paso?- mi cabeza ardía.
-Gritabas su nombre- me explico - y rogabas que no te dejara.
Me levanté, vistiéndome rápido y saliendo de la habitación. Apreté el botón del ascensor y respire pesadamente.
Estaba tan cansado, no podía con mi cabeza. No podía con mis pensamientos, con su recuerdo.
Cuando el frío de la ciudad me abrazó esta mañana, caminé divagando entre las personas. Sin un rumbo fijo.
-Señor- Voltee a ver, una niña rubia de ojos grises me sonreía, a su lado otro niño, pelinegro con cara de pocos amigos. Fruncí el ceño un poco confundido. -Señor se le cayó esto- me entregó mi cartera.
Se parecen a los de mi sueño...
-Ya se la diste, vamos. Mami nos espera- el pequeño la jala.
-Gra...gracias- la tome y me quede viéndola un par de segundos más. Detrás de ellos había tres tipos gigantes, asumí que eran sus guardaespaldas.
-De nada- sonríe y se marcha con su hermano.
Mi móvil suena y llega el mismo mensaje de todos estos años.
-"Aniversario, nos vemos el viernes 17 de noviembre a las 14:00"
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