♥ ; 𝒦 de kilómetros

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Faltaba un día para que Jeno se fuera, en la escuela no tendría problemas, hablo con el rector y los profesores, acordando que enviaría tareas y trabajos por correo electrónico.

Las cosas entre ambos mejoraron, digamos que regresaron al punto de inicio, como cuando comenzaron a ser amigos.

–Nana.

El mencionado dejó de prestar atención al libro que leía para ponerla sobre el pelinegro.

–¿Si?

Jeno giró su silla, por breves momentos se perdió en la mirada de Jaemin, este estaba recostado bocabajo en la cama del pelinegro.

–Debemos hablar de, ya sabes, no podemos estar en esta indiferencia hacia ese tema por siempre y sí, sé que ha sido por mi causa que no nos hemos sentado a hablarlo pero...

–No empieces a darle tantas vueltas.

Jeno se sonrojo, de seguro se veía tan tonto.

Jaemin le sonrió amable para darle la confianza de seguir hablando.

–Bien, solo que para ello tengo una condición.

Se rio de si mismo, ósea, todavía de que las cosas no estaban claras por su cobardía, pasaría a condicionar a Jaemin ¡Genial!

Nana asintió sin queja.

–Si realmente esto te importa...

–Lo hace.

Claro que le importaba, de lo contrario ya se habría rendido e ido del departamento.

Se sentó en la orilla de la cama, concentrándose por completo en Jeno, en sus expresiones, en su lenguaje corporal y en lo que diría.

–Esperaras.

¿Esperar? ¿Qué? La confusión pintada en su rostro le dio pie al pelinegro de explicar a lo que se refería.

–Iré a la boda de mi hermano, me ausentaré por una semana, cuando vuelva si estas aquí esperando, hablaremos seriamente pero si por algún motivo cuando llegue no estás, en ese momento deja de existir la posibilidad de un nosotros.

Las ganas de quejarse no le faltaron a Jaemin, se quedó callado porque recordó la cantidad de cosas que Jeno hizo por él y si solo debía esperar un poco más lo haría aunque le pesara quedarse solo por una semana.

–Unos cuantos 𝓀𝒾𝓁𝑜𝓂𝑒𝓉𝓇𝑜𝓈 no importan– respondió tratando de restarle importancia a las punzadas que estaba sintiendo en el pecho en ese momento y no tomando en cuenta el tiempo.

A partir de ese día todo pasó demasiado rápido.

Jeno despidiéndose de Jaemin en el aeropuerto, siendo recibido por sus padres en Nueva Zelanda, arreglando detalles en el salón donde se llevaría a cabo la recepción, probándose trajes, siendo el mensajero oficial de Jaehyun y Roseanne, practicando un discurso para los novios.

Todo eso sucedió en dos días.

Así el gran día llego, Jeno fue testigo de la felicidad de su hermano, los votos matrimoniales se pronunciaron con nerviosismo por parte de los novios, el "aceptó" fue dicho con tanta seguridad por ambos, entonces Jeno se preguntó: ¿Seria demasiado imaginarse así con Jaemin en un futuro no muy lejano?

La fiesta tuvo un buen transcurso, el discurso del pelinegro fue un desastre y terminó riendo de los nervios, lo bueno es que su padre le rescató al intervenir.

Al momento del baile los hermanos Lee acabaron bailando juntos.

Iban a mitad de la pieza cuando Jaehyun le dijo:

–Hazlo hermano, de lo contrario te arrepentirás por siempre.

–¿Hacer qué?

–Dile a Jaemin cuánto lo amas, que a pesar de ser tan idiotas y lastimarse mutuamente, lo amas con locura.

La pieza terminó, no tuvo oportunidad de decirle algo a su hermano pues la siguiente pieza comenzó a sonar y con ella llegó Roseanne.

–Cuando estés de vuelta en Corea, llega al departamento con flores, de preferencia blancas, bésalo, júrale amor eterno.

Después de eso fue abandonado en medio de la pista.

Pensando en hacer la mayor locura, le dio alcance a los novios, se despidió deseándoles una perfecta luna de miel, corrió donde sus padres y les dijo que debía volver ya mismo a Corea, a ninguno le sorprendió, su padre fue el encargado de llevarlo al aeropuerto.

Tenía vuelo abierto así que no hubo problema cuando llegó todo agitado pidiéndole a la agente de servicio que le consiguiera el primer vuelo que saliera a Corea del sur.

Su vuelo aterrizó a las seis de la tarde, al bajar del avión lo primero que hizo fue buscar una florería, milagrosamente encontró una, compro un ramo de orquídeas blancas.

Tomó un taxi y fue directo a casa.

Una hora después se encontraba abriendo la puerta de su departamento, escucho la risa nerviosa de Jaemin.

Entró sin hacer mucho ruido, al entrar a la sala de estar lo vio tirado en el piso, el sofá no le permitía verlo del todo.

Cuando Jaemin lo vio de pie mirándolo abrió demasiado los ojos por la sorpresa.

–Jeno.

El mencionado no supo qué pensar al ver a un chico alto y delgado incorporarse con el cabello despeinado, si no lo vio antes es porque el sofá lo ocultaba.

–No es lo que parece– se apresuró a decir Jaemin.

–¿Jeno?– otra voz se escuchó desde la cocina.

El pelinegro corrió hacia allá, encontrándose con Chenle, a quien conoció en Canadá. Dejó el ramo de flores sobre la mesa y lo abrazó.

Jaemin ante esa escena pasó de estar preocupado por lo que podría imaginar Jeno, a estar completamente molesto porque ese chino loco que mandó a su amigo a torturarlo con cosquillas ahora estaba abrazando a Jeno como un koala.

Antes se hubiera quedado de brazos cruzados tragándose sus celos pero ahora no; se acercó y alejó al chino loco y arrastró a Jeno a su habitación.

Una vez estando solos, se cruzó de brazos esperando una explicación.

Jeno recordó las flores y salió corriendo por ellas, Nana por un momento creyó que se fue porque prefería abrazar al otro y las lágrimas comenzaron a amontonarse en sus ojos.

Se sentó en la orilla de la cama tratando de contener el llanto cuando sintió a alguien cerca suyo.

Miró, no pudo evitar sorprenderse de ver a Jeno arrodillado extendiéndole aquel ramo de flores y regalándole su mejor sonrisa.

–Fueron los 9,794 kilómetros más desesperantes que he recorrido en mi vida, pensar que solo esa distancia nos separaba me puso los nervios de punta, pensé que nunca llegaría aquí.

"Ya proponle matrimonio y bésalo" escucharon ambos decir a Chenle, rieron ante el comentario y aunque Jeno no le hizo la propuesta, si lo beso.



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♡ ; 𝒟𝑒 𝓁𝒶 𝒜 𝒶 𝓁𝒶 𝒵 𝓎 𝓋𝒾𝒸𝑒𝓋𝑒𝓇𝓈𝒶 ⇀ ɴᴍɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora