57. Departamento de Misterios

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Arlina enredó fuertemente la mano en la crin del thestral que tenía más cerca, puso un pie sobre un tocón y se subió con torpeza al sedoso lomo del animal

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Arlina enredó fuertemente la mano en la crin del thestral que tenía más cerca, puso un pie sobre un tocón y se subió con torpeza al sedoso lomo del animal. El thestral no se resistió, pero torció la cabeza hacia un lado, mostrando los colmillos, e intentó seguir lamiendo la túnica de Arlina.

Ésta encontró la manera de apoyar las rodillas detrás de las articulaciones de las alas, con lo que se sentía más segura; luego se volvió y miró a sus compañeros. Harry ya estaba arriba del segundo thestral. Neville se había subido al lomo de otro e intentaba pasarle una pierna por encima. Luna ya se había montado de lado en el suyo, y se estaba arreglando la túnica como si hiciera aquello a diario. Ron, Hermione y Ginny, en cambio, seguían de pie y sin moverse, boquiabiertos y mirando a los demás.

—¿Qué pasa? —preguntó Harry.

—¿Cómo quieres que los montemos? —dijo Ron con voz queda— Si nosotros no podemos ver a esos bichos...

—¡Ah, es muy fácil! —comentó Luna; se bajó solícitamente de su thestral y fue hacia donde estaban Ron, Hermione y Ginny— Vengan aquí...

Los guió hacia donde se hallaban los otros thestrals y, uno a uno, los fue ayudando a montar. Los tres parecían muy nerviosos mientras Luna les enredaba una mano en la crin del animal y les decía que se sujetaran con fuerza; luego Luna volvió a montar en su corcel.

—Esto es una locura —murmuró Ron palpando con la mano que tenía libre el cuello de su caballo—. Es una locura... Si al menos pudiera verlo...

—Yo en tu lugar no me quejaría de que siga siendo invisible —dijo Arlina siniestramente—. ¿Están preparados? —Todos asintieron, y Arlina vio cinco pares de rodillas apretándose bajo las túnicas— A ver —Miró la parte de atrás de la reluciente y negra cabeza de su thestral y tragó saliva—... Bueno, entonces... Ministerio de Magia, entrada para visitas, Londres —indicó, vacilante—. No sé si... sabrás...

Al principio el thestral de Arlina no se movió, pero poco después desplegó las alas con un contundente movimiento que casi derribó a la chica; el caballo se agachó un poco e inmediatamente salió disparado hacia arriba; subía tan deprisa y de forma tan vertical que Arlina tuvo que sujetarse con brazos y piernas a su cuerpo para no resbalar hacia atrás por la huesuda grupa. Cerró los ojos y pegó la cara a la sedosa crin del thestral, y ambos subieron volando entre las ramas más altas de los árboles y se elevaron hacia una puesta de sol de color rojo sangre.

Arlina no recordaba haber volado jamás a tanta velocidad; el animal pasó como una centella por encima del castillo, batiendo apenas las grandes alas; el fresco viento azotaba el rostro de Arlina que, con los ojos entrecerrados, miró hacia atrás y vio a sus seis compañeros volando tras él. Todos iban pegados cuanto podían al cuello de sus monturas para protegerse de la estela que dejaba el thestral de Arlina.

Dejaron atrás los terrenos de Hogwarts y sobrevolaron Hogsmeade; Arlina veía montañas y valles a sus pies. Como estaba oscureciendo, distinguió también pequeños grupos de luces de otros pueblos, y luego una sinuosa carretera que discurría entre colinas y por la que circulaba un solo coche...

the watcher | harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora