64. La Madriguera

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Arlina, Harry y Dumbledore se dirigieron a la puerta trasera de La Madriguera que, como era habitual, estaba rodeada de botas de lluvia viejas y calderos oxidados

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Arlina, Harry y Dumbledore se dirigieron a la puerta trasera de La Madriguera que, como era habitual, estaba rodeada de botas de lluvia viejas y calderos oxidados. Harry oyó el débil cloqueo de unas gallinas que dormían en otro cobertizo cerca de allí. Dumbledore dio tres golpes en la puerta y Arlina vio moverse algo con precipitación detrás de la ventana de la cocina.

—¿Quién es? —preguntó la señora Weasley, nerviosa— ¡Identifíquese!

—Soy yo, Dumbledore. Y traigo a Harry y a Arlina.

La puerta se abrió al instante. Allí estaba la señora Weasley, bajita, regordeta y con una vieja bata verde.

—¡Arlina y Harry! ¡Cielos, Albus, me has asustado! ¡Dijiste que no te esperáramos hasta mañana por la mañana!

—Hemos tenido suerte —repuso Dumbledore mientras hacía entrar al chico—. Slughorn resultó más fácil de persuadir de lo que imaginaba. Todo ha sido cosa de Arlina y Harry, claro. ¡Ah, hola, Nymphadora!

La señora Weasley no estaba sola, pese a que ya era muy tarde. Una joven bruja, con cara en forma de corazón, pálida y con un desvaído pelo castaño, estaba sentada a la mesa con un tazón entre las manos.

—¡Hola, profesor! —saludó— ¿Qué tal, Harry?

—Hola, Tonks.

—¡Tonks!

La cara de Nymphadora cambió al ver a la chica. Se levantó de la silla, dejando la taza con té, y extendió los brazos para recibirla con cariño. Arlina se emocionaba siempre que la veía, Tonks era lo más cercano que tenía a una hermana o una madre.

—¿Estás bien? —le preguntó a la aurora, cuando el abrazo hubo acabado.

Tonks estaba muy demacrada y sonreía de manera forzada. Desde luego, su aspecto era bastante menos llamativo de lo habitual, pues solía llevar el pelo de color rosa chicle.

—Lo estoy, cielo. No te preocupes por mí —Tonks suspiró, mirándola con todo el cariño que miraría una hermana mayor—. Odio irme cuando estás llegando, pero en serio tengo que marcharme —se disculpó, y se echó la capa por los hombros—. Vendré a visitiarte antes de que regreses a Hogwarts, Arli, lo prometo... Gracias por el té y por tu interés, Molly.

—Por mí no te marches, por favor —dijo Dumbledore con cortesía—. No puedo quedarme, tengo que tratar asuntos urgentes con Rufus Scrimgeour.

—No, no, debo irme —insistió Tonks sin mirarlo a los ojos—. Buenas noches.

—¿Por qué no vienes a cenar este fin de semana, querida? Vendrán Remus, Garrett y Ojoloco...

Arlina miró a Tonks con esperanza, pero eso rápidamente se fue.

—No, Molly, de verdad... No obstante, muchas gracias. Buenas noches a todos.

Tonks se apresuró a pasar junto a Dumbledore y Harry y salió al jardín. Cuando se hubo alejado un poco de la casa, se dio la vuelta y desapareció. Harry tuvo la impresión de que Arlina estaba preocupada y desanimada por la corta convivencia con Tonks.

the watcher | harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora