8. King's Cross

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Cuando Arlina despertó a la mañana siguiente, en el ambiente había una definida tristeza de fin de vacaciones. La copiosa lluvia seguía salpicando contra la ventana mientras se ponía unos vaqueros negros, un sueter rosa y unas botas negras de tacón bajo. Se vestiría con la túnica del colegio cuando estuviera en el expreso de Hogwarts.

Cuando bajó a desayunar, Garrett ya estaba dando el primer bocado a su tostada con mermelada mientras leía una página de El Profeta.

—¿Qué ocurrió con Moody? —preguntó Arlina, mientras le untaba mantequilla a su tostada.

—Dice que oyó a un intruso en el patio de su casa. Estaba muy alterado cuando llegué.

—¿Atacó a nadie?

—Saltó de la cama y comenzó a echar maleficios contra todo lo que tenía a su alcance desde la ventana —contestó Garrett con una mueca, molesto por las consecuencias que habían traído el ataque de pánico de su amigo y antiguo mentor—, pero cuando yo llegué... ya no había nadie. El intruso logró escapar. Nadie le cree a Moody, pero ya sabes que yo preferiría cortarme la mano antes que dejar de creer en su criterio.

—¿Y aún piensa ir a Hogwarts? —cuestionó insegura.

—Le pregunté que si se sentía bien para ir, que siempre podría decirle que no a Dumbledore, pero ya sabes cómo es... Así que igualmente lo tendrás de profesor. Lo cual es bueno. Aprenderás mucho con él, estoy emocionado por eso. Y más vale que te comportes, porque ya le he dicho que enfoque el ojo de cristal en ti.

Arlina no se contuvo poner los ojos en blanco. Con "comportarse" sabía que se refería a no andar muy cerca de ningún chico que no fueran Cedric Diggory o Greg Rusquett.

—Como sea. Me alegro de que esté bien. Supongo que pudimos evitar que algo malo le pasara.

Garrett asintió con la cabeza antes de volver a leer El Profeta.

Después de tomar una ducha caliente, Arlina pegó el grito en el cielo cuando despertó de su trance y el empañado espejo de su baño tenía el dibujo de un ojo, trazado con su dedo. Arlina necesitó unos cuantos segundos antes de descifrarlo. Garrett no dudó ni un segundo en ir a la casa de Moody cuando le informó de su visión.

—Será mejor que nos demos prisa. Después de dejarte en el tren, me iré al Ministerio para hacer el reporte de Alastor —le dijo mientras se terminaba el jugo de calabaza.

Fue un alivio llegar a King's Cross, aunque la lluvia caía con fuerza y se calaron completamente al cruzar la transitada calle en dirección a la estación, llevando los baúles.

Arlina ya estaba acostumbrada a entrar en el andén 9¾. De hecho, le emocionaba. No había más que caminar recto a través de la barrera, aparentemente sólida, que separaba los andenes nueve y diez. La única dificultad radicaba en hacerlo con disimulo, para no atraer la atención de los muggles.

Arlina sólo necesitaba cargar a su gata Helga en brazos y su bolso mágico al hombro. Caminaron hacia la barrera, hablando entre ellos despreocupadamente, y la atravesaron... y, al hacerlo, el andén 9¾ se materializó allí mismo.

El expreso de Hogwarts, una reluciente máquina de vapor de color escarlata, ya estaba allí, y de él salían nubes de vapor que convertían en oscuros fantasmas a los numerosos alumnos de Hogwarts y sus padres, reunidos en el andén.

—No olvides escribirme. ¡Ah! Y recuerda: no quiero que...

—Que ningún chico se me acerque. Lo sé, lo sé —dijo con tono monótono, rodando los ojos. Le sonrió de lado—. Te voy a extrañar, tío.

the watcher | harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora