7. La Jardinera

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—¡Por las bolas de Merlín!

Arlina no tuvo ni tiempo de voltear hacia el dueño de la voz, quien simplemente se lanzó hacia ella y la atrapó fuertemente, casi asfixiándola. Quedó atrapada entre los brazos cubiertos por el típico abrigo de cuero café con olor a Garrett.

—Joder, no te dejo salir a ningún lado sin mí nunca más —masculló Garrett, apretándola contra su pecho—. ¿Entendido, niña? ¡Nunca más!

—¡Me... as... fixias!

Con ese jadeo, Garrett finalmente soltó a Arlina, que boqueó en busca de aire.

—Tranquilo, Garrett. Arlina está bien —le aseguró el señor Diggory al verlo examinando el cuerpo y la cara de su sobrina con preocupación.

—Gracias, Amos.

A unos metros se encontraban los Weasley, mirando la escena en silencio.

—Arthur —saludó Garrett al notar su presencia, y se acercó a estrecharle la mano—. ¿Toda tu familia está bien?

—Perfectamente, Garrett. Gracias por preguntar —asintió con una sonrisa amable.

—Me alegro, aunque te recomiendo no tardar en llegara casa. Molly me ha contactado preocupada para saber si yo sabía algo. He ido a verla y me quedé hasta que se calmara, pero creo que sigue mortificada. No la culpo. Yo casi me quedo con puras canas del miedo.

—Me imagino que sí. Muchas gracias, Garrett, no tenías que hacerlo.

—¡Qué va! Preparó tarta de calabaza por los nervios, así que lo hice con el gusto del mundo —le sonrió burlón, a lo que Arthur rió.

—Nos veremos en el tren —prometió Cedric, estrechando a Arlina en un abrazo que le fue gratamente correspondido.

—Nos vemos, Ced.

—Él es el tío de Arlina —susurró Ron lo más bajo que pudo, casi pegado a Harry con miedo de ser escuchado—. Garrett Winchester. Casi todos en su familia han sido aurores reconocidos. Es el auror más conocido de todos los tiempos, además de Ojoloco, claro. Dicen que los años lo volvió demasiado paranoico. Sólo confía en Ojoloco, que está igual de descolocado que él.

—Cállate, Ron —masculló Hermione entre dientes.

Los Diggory tomaron su camino, regresando de vuelta a su casa. Arlina se acercó a Garrett, que mantenía una conversación con el señor Weasley todavía.

—¿Son todos tuyos, Arthur?

—Sólo los pelirrojos —respondió, señalando a cada uno—. Estos son los gemelos, Fred y George. Bill, que ya lo conoces. Charlie, Ron y Ginny. Ella es Hermione Granger, amiga de Ron. E imagino que ya habrás oído de Harry.

Garrett terminó posando sus ojos en el chico azabache de lentes redondos. Arlina se sonrojó, deseando con todas sus fuerzas que su tío no mencionara nada respecto a sus sentimientos por Harry Potter.

—Ah, sí —asintió, cruzándose de brazos y examinándolo de arriba abajo—. El chico que terminó con Voldemort. Tengo que decirte: gracias a ti tuve unas buenas y largas vacaciones.

Una de las cosas que Garrett le había enseñado a Arlina era que jamás debería temerle ni a su propia sombra. Mucho menos tendría que temerle a un nombre. Arlina pudo notar la incomodidad en los Weasley al escuchar el nombre de Quien-tú-sabes.

Harry no respondió nada y Arlina se sintió mal por tener que verlo incómodo, así que tiró del abrigo de su tío, llamando su atención.

—En fin —suspiró, comprendiendo el mensaje—. Ya tenemos que irnos. Dejé una tarta de calabaza que no quiero que el gato de Arlina se coma. Un gusto verte, Arthur.

—Igualmente, Garrett.

Y con esa simple despedida, Garrett dio media vuelta y empezó a caminar hacia donde quedaba la Jardinera. Arlina miró a los Weasley, Hermione y Harry, despidiéndose con una sonrisa y una sacudida de mano.

—Nos vemos en Hogwarts.

—Adiós, Arli —Hermione fue la única en contestar más allá de una sonrisa y una mano alzada.

El camino a la Jardinera fue callado, pero al llegar, Arlina no se quedó sin palabras.

—¿Acaso un torbellino pasó por aquí?

—¡Fue tu gato!

—Helga no haría esto nunca. Tú limpiarás el desorden.

—No me des órdenes, niña.

Arlina sólo le sacó la lengua y se metió a su habitación, sin preocuparse por el desastre que había en la sala. Pedazos de periódico regados por el suelo, el sillón desacomodado y la mesa del centro volteada con el florero roto y las flores marchitas. Obviamente, Garrett había enloquecido al ver El Profeta. Sin querer darse una ducha o desayunar algo, simplemente se tiró sobre la cama y cayó en un profundo sueño.

 Sin querer darse una ducha o desayunar algo, simplemente se tiró sobre la cama y cayó en un profundo sueño

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the watcher | harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora