2. Los Weasley

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—Va a ganar Irlanda —pronosticó Cedric, caminando a mi lado con su enorme mochila en brazos y espalda.

—Bueno, en las semifinales le dieron una paliza a Perú —concordó el señor Diggory con una sonrisa bonachona, asintiendo.

—Sí, pero Bulgaria tiene a Viktor Krum —repuso Arlina con voz cantarina.

—Krum es un buen jugador, pero Irlanda tiene siete estupendos jugadores —sentenció Cedric.

—Ojalá Inglaterra hubiera pasado a la final —comentó Amos—. Fue vergonzoso, eso es lo que fue.

Arlina y Cedric asintieron, estando de acuerdo con el señor Diggory.

—Miren, ¡ahí está! El traslador.

Ambos muchachos Hufflepuff siguieron con más prisa al señor Diggory, quien se había detenido en frente de una bota muggle.

—Ahora esperemos a los demás.

—¿Los demás? —preguntó Arlina, confundida— Mi tío me dijo que los Lovegood ya llevan ahí una semana y los Fawcett no consiguieron entradas —explicó ante la mirada curiosa del padre de Cedric.

—Sí, pero no olvides a los Weasley, pequeña —le recordó Amos.

Arlina hizo su boca en forma de "o", recordando a sus otros vecinos de Ottery St. Catchpole. No se imaginó a todos los Weasley llegando en bola, pero se alegró de que lograran conseguir entradas también. Los boletos no eran nada baratos, además de ser difíciles de conseguir por ser una cantidad limitada.

Arlina se volvió con Cedric para seguir conversando acerca de la final. A diferencia de los Diggory, que cargaban con mochilas, ella sólo llevaba un bolso negro con un encantamiento de extensión indetectable, que le había obsequiado Moody en su primer año de Hogwarts.

—¡Aquí, Arthur! —llamó Amos a alguien más. Luego se giró a ver a Cedric y Arlina— Acérquense, chicos, ya llegaron.

Al otro lado de la cima de la colina, vieron que se recortaban contra el cielo estrellado las siluetas de los Weasley, Hermione Granger y Harry Potter.

—¡Amos! —dijo sonriendo el señor Weasley, mientras se dirigía a zancadas hacia el hombre que había gritado. Los demás lo siguieron.

El señor Weasley le dio la mano a un mago de rostro rubicundo y barba escasa de color castaño, que sostenía la bota vieja y enmohecida que serviría de traslador.

—Éste es Amos Diggory —anunció el señor Weasley a su familia—. Trabaja para el Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas. Y creo que ya conocen a su hijo Cedric.

Cedric Diggory, un chico muy guapo de unos diecisiete años, era capitán y buscador del equipo de quidditch de la casa Hufflepuff.

—Hola —saludó Cedric, mirándolos a todos, aún de pie junto a la rubia.

—Hola —saludó también Arlina, balanceándose de atrás hacia delante, hasta que notó a cierto chico de cabello azabache y ojos verdes, y se sonrojó con fiereza. Harry Potter estaba ahí.

Harry nunca antes había visto a esa chica de cabello rubio miel y ojos celestes, pero ahora le parecía imposible quitarle la mirada de encima.

Hermione fue la única en notar cómo se quedó sin aliento al ver a la joven que no se separaba de Cedric. Sonrió quisquillosa al ver que la mirada conectada de ambos casi soltaba chispas de colores.

Todos le devolvieron el saludo a Cedric, salvo Fred y George, que se limitaron a hacer un gesto de cabeza. Aún no le habían perdonado que venciera al equipo de Gryffindor en el partido de quidditch del año anterior.

the watcher | harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora