59. Lo que siempre fue verdad

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—¡No se ha ido! —bramó Harry.

No lo creía; no quería creerlo. Harry seguía forcejeando con Lupin con toda la fuerza que le quedaba. Lupin no lo entendía: había gente escondida detrás de aquella especie de cortina. Harry la había oído susurrar la primera vez que había entrado en la habitación. Sirius estaba escondido, sencillamente, estaba oculto detrás del velo...

—¡SIRIUS! —gritó— ¡SIRIUS!

—No puede volver, Harry —insistió Lupin; la voz se le quebraba mientras intentaba retener al chico—. No puede volver, porque está m...

—¡NO ESTÁ MUERTO! —rugió Harry— ¡SIRIUS!

Alrededor de Harry reinaba una gran agitación y surgían destellos de nuevos hechizos; pero era un bullicio sin sentido. Aquel ruido no tenía ningún significado para él porque ya no le importaban las maldiciones desviadas que pasaban volando a su lado, no le importaba nada; lo único que le interesaba era que Lupin dejara de fingir que Sirius, que estaba al otro lado del viejo velo tan sólo a unos palmos de ellos, no saldría de allí en cualquier momento, echándose hacia atrás el pelo negro, deseoso de volver a entrar en combate.

Sólo para consolar a Harry, Arlina corrió alrededor del arco. Lupin sintió a Harry dejar de forcejear al verla en camino a inspeccionar por él. Pero Arlina volvió del otro lado del arco sin nada ni nadie.

—Harry... —bisbiseó Arlina, con la voz quebrada y los ojos llorosos.

Su padrino siempre lo había arriesgado todo para verlo, para ayudarlo. La única explicación posible a que Sirius no saliese de detrás del arco cuando Harry lo llamaba a voz en grito, como si su vida dependiera de ello, era que no podía regresar, que era verdad que estaba...

Dumbledore tenía a casi todos los otros mortífagos agrupados en el centro de la sala, aparentemente inmovilizados mediante cuerdas invisibles; Ojoloco Moody había cruzado la sala arrastrándose hasta donde estaba tirada Tonks e intentaba reanimarla; detrás de la tarima todavía se producían destellos de luz, gruñidos y gritos: Garrett había ido hasta allí para relevar a Sirius en el duelo con Bellatrix.

—Harry...

Neville había bajado uno a uno los bancos de piedra hasta llegar a donde estaban Arlina y Harry, que ya no peleaba con Lupin, quien de todos modos seguía sujetándole el brazo, por si acaso.

—Harry..., lo siento mucho —dijo Neville. Todavía agitaba las piernas de modo incontrolable—... Ese hombre..., Sirius Black..., ¿era amigo tuyo?

Harry asintió con la cabeza. Arlina se acercó a él y relevó a Lupin de sostenerle el brazo. Lupin accedió, viendo que Harry se dejó sostener por la chica. Arlina lo atrajo a él quedamente y lo mantuvo abrazado como si la que necesitara consolación fuera ella. Harry la dejó mantenerlo quieto y firmemente agarrado, evitando que hiciera alguna locura.

—Ven aquí —le indicó Lupin a Neville con voz queda, y apuntando con la varita a sus piernas, dijo—: ¡Finite! —Así cesó el efecto del hechizo. Neville por fin pudo poner los pies en el suelo y sus piernas dejaron de moverse. Lupin estaba muy pálido—. Vamos..., vamos a buscar a los demás. ¿Dónde están?

Mientras preguntaba eso, Lupin fue apartándose del arco. Daba la impresión de que cada palabra que pronunciaba le causaba un profundo dolor.

—Están todos allí —afirmó Neville—. A Ron lo ha atacado un cerebro, pero creo que está bien. Y Hermione continúa inconsciente, pero le encontramos el pulso...

Entonces se oyó un fuerte golpetazo y un grito detrás de la tarima. Arlina vio que Garrett caía al suelo aullando de dolor: Bellatrix Lestrange empezó a huir, pero Dumbledore se volvió y le lanzó un hechizo que ella desvió para luego comenzar a subir por las gradas...

the watcher | harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora