the watcher | harry potter

1. Tarta de calabaza

—¡Si no bajas ahora, me quedaré la tarta para mí solo!

—¡Ya te dije que iré en un segundo! —le gritó de vuelta, exasperada por la insistencia de su tío.

A pesar de que la tarta de calabaza era su comida favorita, Arlina se quedó donde mismo, sin mover ni una carta. Preocupada, volvió a observar las cuatro imágenes que el tarot le había mostrado: la muerte, el mago, la tristeza y la oscuridad.

Arlina nunca había recibido un mensaje tan peligroso de parte de las cartas. Sin embargo, el tarot nunca le mentía. Su tío Garrett le había obsequiado un libro la Navidad pasada sobre cómo utilizar las cartas. La Adivinación era una rama de la magia que se le daba muy bien gracias al don con el que había nacido para predecir ciertas cosas del futuro. Una de las prácticas de la Adivinación que se le facilitaba era el tarot.

Guardó el tarot y bajó corriendo las escaleras hasta el primer piso de la casa. Jadeó indignada cuando encontró a su tío con las mejillas hinchadas por tanta comida acumulada en la boca y, desgraciadamente, sólo media tarta de calabaza sobre la mesa. Garrett se había comido su mitad correspondiente en una sola mañana.

—¿Estás loco? —exclamó.

—Sí —afirmó con la boca llena, apenas comprensible—. Y pienso comerme tu mitad si no te apresuras.

Arlina frunció el ceño, desagradada, pero se sentó en la mesa frente a frente con su tío, quien se veía contento y satisfecho por el desayuno. Cuando se sirvió un trozo, lo vio observarla meticulosamente.

—No me digas que aún tienes hambre. ¡Olvídalo! Sabes que todas las tartas las dividimos, y tú ya te comiste tu mitad —le señaló su plato vacío, uniendo las cejas con frustración.

Garrett le sonrió dulcemente, haciendo que la adolescente se preguntara cómo podía verse más joven de lo que era en realidad. Arlina rodó los ojos y se sirvió un pedazo más grande antes de darle un empujón al platón con la tarta sobrante, ofreciéndosela.

—Adoro que seas Hufflepuff, abejita.

Garrett siempre la había llamado "abejita" como apodo. Nunca había entendido el porqué, pero tampoco había preguntado ni cuestionado.

—Adoras aprovecharte de mi amabilidad —le corrigió.

—¿No es lo mismo?

Arlina dejó escapar una pequeña sonrisa, divertida. Garrett podía ser muchas cosas: sobre-ultra-protector, desordenado, glotón y estúpidamente valiente e impertinente..., pero siempre le sacaba una sonrisa.

Al ser tan joven, nunca pudo verlo como un tío, sino más bien como un hermano mayor. Por igual parte, él la trataba más como a una hermana: no sólo por su juventud, sino porque le recordaba a su verdadera hermana menor, quien había fallecido cuando Arlina era una bebé.

Garrett se comió el último pedazo con un sabor amargo al recordar a su hermana menor, Nora Winchester. Debido a su muerte, provocada por los salvajes dientes e instintos lobunos de Fenrir Greyback, él se había convertido en el tutor de su sobrina, Arlina Winchester.

Por su determinación, valentía y amplio conocimiento sobre las Artes Oscuras, logró ser un auror con una reputación tan grande como la de Alastor Moody, una de las pocas personas en las que Garrett confiaba ciegamente.

—Como sea —suspiró, tomando un trago de su café con leche matutino, que su tío le preparaba cada mañana—. Iré a jugar Quidditch con Cedric. Dice que tiene una noticia.

—Yo también te tengo una noticia —sonrió engreído, antes de borrar el gesto y mirarla a los ojos—: tu amigo no me agrada.

Ella ni se inmutó a su comentario, acostumbrada a escuchar aquello. A Garrett sólo les tenía cariño a ciertas personas: ella, Alastor Moody, Nymphadora Tonks y cualquier mujer con piernas largas y falda corta.