45. Una nueva Navidad

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Harry no recordaba haber visto jamás a Sirius de tan buen humor: hasta cantaba villancicos, y parecía encantado de tener compañía en Navidad. Aquella mañana todos se dedicaron a colgar adornos navideños.

Arlina no se despegaba de él, y eso lo agradecía. Tenerla cerca y platicar con ella evitaba que se sumiera en sus oscuros pensamientos acerca de sus emociones negativas.

Estaban sentados, tomando una taza de té en la cocina, cuando frente a ellos y sobre la mesa apareció Winky de la nada.

—¡Winky! —exclamó Arlina, mirando alrededor para asegurarse de que no hubiera nadie más que pudiera escucharlos, y habló en voz baja— Muchas gracias por cuidarme y ayudarnos anoche.

Winky sonrió orgullosa por haber cumplido bien su trabajo de cuidarla. Dobby le había dicho que él hacía lo mismo por Harry Potter, porque así funcionaban las amistades.

—¡Winky siempre cuidará de la señorita Arlina! —sentenció con honor.

—Y yo siempre cuidaré de ti, Winky —le sonrió—. ¿Todos en Hogwarts se han ido a sus casas?

—Sí, señorita —respondió, asintiendo enérgicamente. Luego se frotó las manos nerviosamente—. Winky trae noticias del señor Greg, señorita Arlina. El señor Greg le ha pedido a Winky que le entregue esto a la señorita Arlina.

Arlina frunció el ceño cuando la elfina sacó de sus espaldas un pequeño frasco con un líquido casi transparente y de tono verdoso. Tenía una etiqueta en la tapa de la botellita que decía "conceptuum impeditionem". Era le letra de Greg.

Tomó el frasco entre sus manos, examinándolo.

—El señor Greg la ha dicho a Winky que le dijera a la señorita Arlina que lo bebiera, si es que ha hecho lo que el señor Greg cree que la señorita Arlina ha hecho.

Le tomó un par de segundos seguir el hilo del asunto, pero cuando lo hizo, se removió incómoda en su lugar y se sonrojó hasta las orejas.

—¿A qué se refiere? ¿Para qué es? —le preguntó Harry, acercándose para observar mejor lo que parecía ser una poción.

Arlina lo ignoró y volteó la tarjeta, donde leyó:

Sólo una gota bajo la lengua. Tómalo un día después de cada ocasión.

Harry leyó la nota y se sonrojó tanto como Arlina.

—Oh —comprendió—. ¿Él sabe que...?

—No creo que lo sepa con seguridad, pero lo sospecha —aclaró, tomando aire profundamente.

—¿Es seguro?

Arlina asintió.

—No dudo de las habilidades de Greg en Pociones. Es el mejor de su generación y planea ser sanador. Confío en él.

Exhaló, abrió el frasco e inhaló. Olía como a pasto recién podado. La tapa de la botellita tenía un gotero, por lo que pudo obtener una gota, que se llevó a la boca y dejó caer bajo la lengua. Formó una mueca de desagrado cuando le llegó el sabor de jugo de limón en mal estado.

Arlina se alegró de que Greg se hubiera tomado el tiempo de hacer la poción para evitar un embarazo. Cerró rápidamente el frasco y se lo volvió a entregar a Winky.

—Winky, ¿podrías hacerme el favor de guardarlo en mi bolso? Garrett llegará en cualquier momento con los Weasley, y no quiero que lo vea.

—En este instante, señorita Arlina.

Desapareció en un segundo, dejando a la pareja a solas otra vez. Arlina miró a Harry, quien seguía sonrojado. Le sonrió enternecida y, tratando de quitar la vergüenza del momento, le dijo:

the watcher | harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora