6. La Marca Tenebrosa

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Arlina, sin saber a dónde dirigirse, siguió internándose en el oscuro bosque, deseando con todas sus fuerzas poder encontrarse con Cedric. Cuando necesitaron iluminar el camino, Cedric soltó su mano para conjurar un lumos, y con esa simple acción se perdieron entre las personas.

Con su varita en mano, iluminando su camino con la varita para no tropezar con nada, alumbró a tres siluetas oscuras cerca de un árbol.

—¿Arlina?

La voz de Hermione la destensó, haciéndola suspirar de alivio. Bajó la varita y desactivó el encantamiento, dejando el lugar a oscuras otra vez. Arlina vio a Hermione, Ron, Harry y una figura de Viktor Krum caminando sobre las hojas caídas en la hierba.

—¿También estás perdida? —preguntó Ron en tono bajo.

—Perdí a Cedric y... Yo —miró a su alrededor, esperando verlo llegar de repente. Sus manos temblaban—... No lo he visto... No sé dónde está y...

—Tranquila —la calmó Hermione, acercándose para tomarle el hombro amistosamente—. Aparecerá. Puedes quedarte con nosotros. Mientras estemos...

Hermione calló cuando vio a Arlina dejarse caer sobre sus rodillas y sacar un diario de su pequeño bolso. Tumbó el diario sobre la hierba, dejándolo abierto en una página con el dibujo de la máscara de los mortífagos y otra hoja en blanco. En aquella hoja en blanco, empezó a trazar bruscamente, sin despegar la mirada del frente. Sus ojos se veían perdidos, como si estuviera hipnotizada.

—¿Qué está...? ¿Está dibujando? ¿Ahora? —exclamó Ron, mirando a Harry y luego a Hermione, como si esperara ver en ellos la misma expresión de extrañeza que él tenía— ¿Estás loca?

Ninguno respondió. Harry y Hermione miraban a Arlina con curiosidad y asombro, sin entender cómo podía dibujar algo tan rápido y tan atropelladamente, y sin mirar la hoja.

Hizo un último rayón y parpadeó dos veces, volviendo en sí. Era la primera vez que tenía más de una visión, que la hacía dibujar involuntariamente, en menos de veinticuatro horas.

Ron la miró como si estuviese poseída.

—Arli —habló Hermione cautelosa, como si temiera asustarla—, ¿estás bien?

Arlina no respondió, ahora analizando lo que había dibujado. El trío de oro se acercó lentamente y miró su predicción.

—Arlina —Hermione cambió su tono a uno más severo, como si estuviera por recriminarle algo—, ¿por qué dibujaste eso? ¿Sabes lo que es? No deberías estar...

De repente dejó de hablar y miró por encima del hombro. Harry, Hermione y Ron se apresuraron a mirar también, mientras Arlina seguía observando su obra, absorta y ajena a lo demás. Parecía que alguien se acercaba hacia ellos dando tumbos. Esperaron, escuchando el sonido de los pasos descompasados tras los árboles. Pero los pasos se detuvieron de repente.

—¿Quién es? —llamó Harry.

Sólo se oyó el silencio. Harry se puso en pie y miró hacia el árbol. Estaba demasiado oscuro para ver muy lejos, pero tenía la sensación de que había alguien justo un poco más allá de donde llegaba su visión.

—¿Quién está ahí? —preguntó.

Y entonces, sin previo aviso, una voz diferente de cualquier otra que hubieran escuchado en el bosque desgarró el silencio. Y no lanzó un grito de terror, sino algo que parecía más bien un conjuro:

—¡MORSMORDRE!

Algo grande, verde y brillante salió de la oscuridad que los ojos de Harry habían intentado penetrar en vano, y se levantó hacia el cielo por encima de las copas de los árboles.

the watcher | harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora