165- Esquina.

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-¿Qué wey?.-

-No mames Beto no quiero que te metan al bote, cámbiate wey.-

Miré mi atuendo para después ver a mi Ari.

-¿Qué tiene? Es una faldita bonita.- Di una vuelta.

Ari negó soltando una risa.

-Bueno, vete a trabajar, me pegas un grito si pasa algo.- Se acercó para darme un beso en la mejilla, después lo borró con su dedo.

Le sonreí y entonces caminé lejos de ella para dar vuelta a la calle, me quedé en una esquina, esperando que alguien pase.

La vida en las calles no era mi primera opción, pero el dinero que se hace aquí no tiene nada que ver con el que haría trabajando de mesero.

Bostecé, para después sacar un cigarro de la bolsa de mi falda.
También tengo condones allí.

Prendí mi cigarro sin parar de ver las calles.

Pronto, un carro se aproximaba, me coloqué en la orilla de la banqueta, sonriéndole coquetamente.

Y si funcionó, pues bajó la velocidad hasta acercarse a mi.

-Buenas noches papi, ¿Andas solito?.- Le pregunté, colocándome en su ventana.

Moví mis caderas tratando de convencerlo a que me suba.

-¿Eres hombre o mujer?.- Preguntó aquel hombre.
Ay, no lo había visto bien, pero... Ahora que tengo su rostro de frente, este hombre es muy guapo... Tiene una barba bastante atractiva.

-Soy lo que quieras que sea.- Le contesté, dándole una calada a mi cigarro.

Soltó una risita.

-¿Tienes pito o no?.- Me miraba serio.

Tal vez tiene un fetiche, bueno, no soy quien para juzgar, me estoy vendiendo en la calle.

-Si, si tengo, pero eso no me impide poder chapártela.-

-Súbete, no importa cuando cuesta.- Dijo, viéndome el cuerpo con lujuria.

Di una vuelta para que me viera bien y entonces pisé el cigarro en la acera, caminé con mis pobres tacones hasta llegar al otro lado del carro para así entonces subirme.

El hombre me miraba de vez en cuando, mientras que conducía a un lugar solo y oscuro.

Llegamos al estacionamiento de alguna tienda cerrada.

-Son ocho por hora, ¿Le parece?.-

-¿ocho mil? ¿Qué clase de prostituto eres?.- Me sonrió burlón.

-Uno que sabe perfectamente como hacer su trabajo.- Subí un poco mi faldita, acercándome a él.

-Bien... Entonces tendré que pagarte dieciséis mil, una hora no me basta.- Acarició mi pierna.

¡Le di al blanco!

De haber sabido que era así de millonario le hubiera dicho que cobro veinte mil por hora.

-¿Cuál es tu nombre?.- Acaricié su muslo, acercándome suavemente a su entrepierna.

-Diego Balsa ¿Y el tuyo?.- Me preguntó, haciendo para atrás el asiento, dándome aún más espacio para hacer mi trabajo.

-Beto, mi amor, bebé, cariño o como quieras llamarme.- Me escabullí por sus piernas, hasta quedar encima suyo.

Sus manos subieron por mis muslos hasta quedar en mi cintura.

One-Shots ; NSFW ; RobarcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora