157- Cheerleader.

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-¿Vienes?.- Ari me vio, sonriendo maliciosamente.

-¿Estás segura de que es una buena idea? Digo, estoy en el equipo, pero...- Froté mi cuello.

Mi amiga cerró mi casillero de un portazo.

-¡Ay que más da! Es una tonta falda, puedes seguir siendo el capitán con una falda.- Se encogió de hombros.

Había olvidado mi uniforme de porrista y Ari tiene uno de repuesto.
Abril Abdamari. Una porrista que usa falda.
Yo no uso falda.

-Agh, está bien.- Volteé mis ojos, tomándola de brazo.

Soltó una risita malévola.

-Te verás bien, tú tranquilo yo nerviosa.-

Caminábamos del brazo, saliendo de nuestra tonta escuela, para poder llegar al campo de fútbol americano.

Algunas chicas ya estaban calentando, mientras que los jugadores les coqueteaban, algunas estaban con sus novios y otras eran bastante serias con su entrenamiento.

Soy de los pocos hombres del equipo, solo somos yo y otros dos tipos que vienen una vez al año.

-¡Bien! ¡Chicas!.- Aplaudí llamando la atención de todas. Ari se separó de mi para ponerse con el resto. -¿Ya están todas cambiadas y preparadas?.-

Vi a lo lejos como apenas estaban llegando algunas compañeras, mientras las que casi cogían en las bancas con sus novios regresaban al césped, con el pantalón medio abierto y el cierre de su chamarra a la mitad.

Suspiré.

-Vayamos a cambiarnos.-

Todas sonrieron pues eso significa perder al menos media hora de entrenamiento.

Salieron corriendo a los vestidores, bromeando entre ellas.

Es triste, quisiera cambiarme con ellas pero entiendo el punto. Soy hombre.
Pero es asqueroso cambiarse junto a los de fútbol.

A veces se burlan de mi, otras veces me empujan, me insultan... En fin.

Volví a suspirar, para después correr hasta los vestidores.

Me quité mi suéter, mientras entraba al vestidor.

En mi mochila tenía el uniforme, así que la dejé en mi cubículo.

Miré a todos lados antes de sacarme cualquier prenda de ropa.

No es que no me gusten las faldas, solo no quiero usarlas en frente de hombres machistas y heterosexuales.

Entonces, bajé mis pantalones y me quité la playera.

Me coloqué desodorante nuevamente, pues estoy seguro que voy a sufrir.

Y así, empecé a ponerme el uniforme.

Primero la playera de manga corta, la de las mujeres es pegada al cuerpo, y me queda bien, solo un poco suelta de los pechos pero eso es todo.

La falda.

Que sea lo que Dios quiera.

Metí mis piernas en aquella falda con cinco forros para que nada se vea.

Y quedó mejor de lo que esperaba.

Acomodé mis cosas y ya estaba listo para entrar.

Tomé mi cabello y me hice una coleta de caballo, poniéndome un pequeño liston blanco.

Sonreí.

Pero mi sonrisa bajó cuando me di la vuelta y encontré al maldito mariscal de campo en frente mío.

One-Shots ; NSFW ; RobarcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora