136- Ceinicienta.

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¿Creíste que no me daría cuenta de tu plan?.-

Mi madrastra caminó lentamente, hasta llegar a mi.

La miré sorprendido.

Tomó mi corbata, arrancándola de mi cuello.

¡Pero-!.- Me respondió con una cachetada.

Arrancó las mangas de mi saco, disfrutando mi sufrimiento.

La miré, sollozando.

Yo solo... Quería ir al baile.
Quería disfrutar un poco.

Caí sobre mis rodillas, limpiando mis lágrimas.

Más te vale quedarte aquí.- Soltó una carcajada.

Vi como mis hermanastras bajaban las escaleras, perfectamente vestidos, burlándose de mi con la mirada.

Termina tus labores en casa, nosotras iremos al baile.- Sonrió, abriendo su abanico.

Mis hermanastras me empujaron, soltando unas risas burlonas.

La puerta azotó, dejándome en el lugar en donde pertenezco.

Limpié mis lágrimas, aún sollozando.

Pero, un pequeño destello de luz me hizo levantar la cabeza.

¡Oh! No llores, no llores, eso, levanta la cabeza.- Su mano levantó mi mentón, suavemente.

¿Un hada?.- Abrí la boca, sorprendido.

¡Así es! Soy Ari, tu hada madrina de confianza.- Dio una vuelta, sonriendo y presumiendo su bello vestido.

¿Por qué lloras?, un rostro lindo no debería de estar así de hinchado.- Hizo un puchero, acariciando mi mejilla.

No podré ir al baile, mi madrastra es horrible conmigo y... No tengo nada que ponerme.-

¡Eso lo puedo arreglar!.- Con su pequeña varita tocó mi cabeza.

Destellos cubrieron mi cuerpo entero, haciéndome flotar un poco.

Y cuando los destellos acabaron, tenía el traje más bello que jamás había visto.

De un azul precioso, con destellos en todos lados, y lo que más destacaba de esto era, un bello borche de cristal en el borde del saco.

Miré al hada, sonriendole.

¡Te ves precioso!.- Se acercó, para verme de cerca. Ahora, ya podrás ir al baile.-

Pero... No tengo en dónde ir...-

Ari volteó sus ojos.

Eso es fácil.- Sonrió, empuñando su varita.

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El gran palacio se encontraba más hermoso que nunca.

El principe. Ahí está. Junto a su padre, frente a las escaleras.

Sonreí, inclinándome suavemente ante él, para después integrarme a la multitud.

Pero, una mano suave se detuvo en mi hombro.

¿Le gustaría bailar?.-

Volteé para ver quién hablaba.

Mi corazón dio un vuelco.

El principe, me tendia la mano.

C-Claro.- Acepté su mano, mientras me pegaba a su cuerpo.

La música comenzó, empezando a guiarme en el vals. Sus pasos eran firmes, su mano en mi cintura y la otra levantando mi muñeca.

One-Shots ; NSFW ; RobarcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora