Pasado desgarrador

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Volk Smirnov

Alguien llamó a la puerta de mi habitación.

-No estoy.

Sin importar mi respuesta abrieron la puerta.

-¿Podemos hablar? -Alisa se veía afligida, no me interesaba lo que me tenía que decir, pero veía que necesitaba hablar.

-Supongo -me encogí de hombros y me tiré sobre mi cama.

-¿Cómo te sientes? -Alisa era una persona sensible, debajo de todo lo que hacía y aparentaba.

-Dime lo que quieres -tajé.

-Vamos a terapia -propuso- quiero que mi familia esté bien y eso te incluye.

-Es una pérdida de tiempo -era inútil, mi coeficiente era, incluso más alto que el de muchos psiquiatras, lo había comprobado en varias visitas al consultorio; no los necesitaba- es bueno que te hayan ayudado -enfaticé-, pero recuerda algo Alisa, tú y yo no somos iguales.

-Eso lo tengo claro -habló con ese cariño en su voz- a Tiana le hubiera gustado.

Golpe bajo. Me molestaba que usara eso en mi contra, Tiana era a la chica que amaba, a quien de verdad quería y se había suicidado por mi culpa, entendía que yo no era un chico normal, yo no era quien llevaba flores y chocolates, mi "amor" era mortal. Jamás me perdonaría lo que Tiana se hizo.

-No uses tu manipulación en mi contra, no será suficiente.

-No te estoy manipulando, es cierto -dispuso- deberías ir para que entiendas que no fue tu culpa.

-¿Qué no fue mi culpa? ¿Exponerla a toda esa mierda o dejar que se hiciera daño?

Tiana era una chica hermosa, tenía muchos problemas familiares, tal vez por eso nos entendíamos tan bien, ella podía ser, a veces tan estable y otras simplemente, una desquiciada; amaba ese equilibrio, amaba la forma tan retorcida en la ambos hacíamos las cosas, podía contarle todo lo que hacía sin miedo a que me juzgara, ella se volvió todo en mi vida, por desgracia no medí a qué cosas la exponía ni como le afectarían teniendo sus traumas, finalmente decidió acabar con su vida. Tenía claro que las personas que se suicidan dan señalas, claras de hecho, y yo no fui capaz de verlas.

-Ella tenía muchos más problemas de los que conocías -continuó- no puedes culparte por sus decisiones.

Ella escondía muchas cosas y eso era lo que me divertía, ir descubriendo sus secretos uno a uno, teníamos un fuerte juego de manipulación y posesión, muchas veces nos lastimamos y heríamos, discutíamos por todo, pero volvíamos siempre a la normalidad.

-No era sano, sobre todo porque tus lazos nunca habían sido reales.

Ninguno debía estar junto y como los chicos rebeldes que éramos no nos importó, he ahí las consecuencias, un suicidio.

A mí me divertía descifrar a las personas, jugar con ellas y después de un tiempo verlas doblegarse, lo que me permitía todas las cosas poco sanas de mi familia, era tener el poder sobre otras personas, era tan divertido ver sufrir a gente miserable y sobre todo inocentes, quienes no tenían nada que ver. No sentía lástima ni nada por el estilo, la adrenalina y la búsqueda de sensaciones, era todo lo que me mantenía vivo.

-Hermanita -fingí cariño, era bueno fingiendo toda emoción, había aprendido observando a diferentes personas- ¿Qué es lo que te preocupa?

-Mi familia, Volk -sollozó.

-Estaremos bien, me encuentro bien, no necesito ir a terapia -la calmé- no haré nada para lastimarte.

Era mi hermana después de todo, ahora tendría que hacer las cosas aún más secretas, me emocionaba la idea, tendría más adrenalina que nunca.

Ella me abrazó, le correspondí el gesto, sabía que estaba sufriendo.

Luego de toda la cursilería de mi hermana llegó la cena familiar, odiaba ir a esas cenas en las que tenía que fingir que todo estaba bien, mis abuelos, los padres de mi padre y mi madre, no eran de esos tiernos con los que cocinabas galletas, eran de esas personas que no tenían corazón.

Recuerdo tantas veces todas las palabras hirientes que les decía a mis hermanos, no me importaba que los insultara, me molestaba el hecho de creerse superiores, creían que por ser nuestros abuelos tenían derecho a lastimarnos, varias veces alce la voz y no me importaba cuanto me golpearan, era mucha más grande la satisfacción de verlos infelices.

Mis padres... ese era otro asunto, varias veces fui al lugar en donde torturaban a la gente, lo vi usar la fuerza y lograr sus objetivos, mi madre era más de palabras, no en un buen sentido, entendía la psicología de las personas y por eso las manejaba con tanta facilidad, muchas de sus investigaciones incluían encontrar asesinos en serie; era divertido, buscar, torturar, interrogar, a veces cosas ilegales para fines positivos, me encantaba la hipocresía del mundo.

Mi madre estaba decepcionada de mí -bufé- ya estaba acostumbrado, días atrás nos reunieron en la sala para un nuevo caso, misión Polaris, se veía interesante, captó mi atención en el momento en el que estudie el pasado de la chica, era alguien llena de problemas, había desaparecido del mapa y era nuestro deber encontrarla, me reuní con mi familia en una junta informativa del caso, nos dividimos tareas. Tengo que admitir que me involucre de más ¿Quién podía culparme? Era un cuento de príncipes y princesas, seguramente con un trágico final. Amaba esas historias.

Habían pasado meses y volvimos a reunirnos para hablar del caso.

-Regresaremos a Florida, ahí tenemos una propiedad y justo es cerca del lugar.

-¿Qué tan cerca? -consultó Karl.

-Unos cuantos metros -respondió mamá.

Todos ya teníamos al menos un título universitario, nunca era suficiente. Éramos jóvenes, pero teníamos la capacidad suficiente para estar al nivel de las universidades, además todos teníamos conocimientos en negocios, cada uno manejaba por lo menos el 50% de una de las tantas empresas, trabajábamos y teníamos responsabilidades, lo bueno era que cada uno gastaba su dinero como le viniera en gana.

-Como Volk es quien tendrá tiempo libre en esas fechas dentro de dos años, si todo sale de acuerdo al plan, él viajará con nosotros, mi niño -me miró cómplice- usarás tu encanto con la chica.

No me llamaba la atención su físico, era una chica linda, lo normal, era su historia, lo que me conectaba al caso.

- ¡Era mi caso! -chilló Alisa.

-No te preocupes hermanita, ya vendrán mejores -ironicé.

Era muy poco probable que vinieran casos así de interesantes, teníamos 730 días para planearlo todo, era poco tiempo, pero teníamos grandes ventajas, éramos los Smirnov después de todo.

-Karl, ten cuidado con tus armas, ¿quieres?

Karl solía ser un poco descuidado, pero no por eso menos inteligente.

-Di de una vez que es tu favorito -reclamé.

-No sea celoso hermanito -bromeó.

Su broma fue el inicio de una pelea en la que con empujones intentábamos ahorcarnos, Alisa y mis padres se metieron, era una pelea campal, incluso Thiago quien habíamos adoptado de pequeño entro en la pelea, al final terminamos todos en el suelo.

Esta era nuestra familia, la más extraña del mundo.

En medio de la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora