capitulo 4 A las faldas del volcán

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Después de llegar a los matorrales de piedra, los dos hermanos solo tomaron sus cosas en el mayor silencio posible, después de repartirse las provisiones corrieron en dirección contraria a los caballeros sombra y los dos cuerpos que antes los habían amenazado.

Sander caminaba agarrado del brazo de su hermano, estaba bastante asustado por lo que había pasado, realmente ambos estuvieron a punto de morir. 

A Kosair, por otro lado, aparentemente el hecho de arrebatar dos vidas no le había hecho ni piojito, al contrario, no le había provocado ninguna emoción, nadie jamás sabría el huracán de emociones que remecían su corazón en ese momento, el forestal oculto todas sus dudas y frustraciones en un rincón de su corazón y su conciencia para así brindarle fortaleza a su hermano y centrar todos sus sentidos únicamente en protegerlo.

Al ver que su hermano, a pesar de que ya llevaban rato caminando aún no decía ni una palabra y se mantenía con una mirada perdida aferrado a su brazo, el mayor tomó la decisión de que había llegado el momento de descansar.

Ambos tomaron la decisión de pasar la noche en la copa de una torre de vigilancia abandonada, ya que era el terreno más familiar para ellos en el cual se podían defender más cómodos y hacer un reconocimiento del terreno.

Sander al estar en el punto más alto de la torre pudo ver que no tan lejos de ellos había un gran volcán en cuyas faldas parecía prosperar una gran ciudad.

Más a lo lejos se alzaban pilares de fuego muy altos rodeados por pequeñas luces que parecían ser emitidas por pequeños pueblos. Cascadas de lava abundaban en la zona y la mayoría de animales que alcanzaba distinguir tenían dos llamas en el lugar que le correspondía a los ojos.

No había que ser un genio para saber que estaban en los territorios del fuego, la verdadera pregunta era ¿en cuál de todos sus territorios estaban? El chico busco banderas o algo parecido para identificar con mayor exactitud el reino en donde estaban, pero no logro conseguir nada.

Solo consiguió frustrarse un poco mas al comprobar que en el reino en el que ahora estaban no existía ni la mas mínima idea de vegetación, ni un solo árbol, ni una sola flor, ni un solo brote, solo desiertos pedregosos, lava y antorchas de piedra volcánica las cuales cuajaban el aire hollín y cenizas a diferencia del aire puro de montaña de su reino con su olor a pino y miel.

Ni siquiera podía consolarse con las estrellas color esmeralda, ya que en este lugar no existían ni esas estrellas ni ninguna, el cielo solo era una manta negra azabache sobre sus cabezas iluminado precariamente por 3 lunas rojas.

Ya completamente decepcionado de aquel lugar la única opción razonable que se le ocurrió al chico era la de ir a la ciudad que se veía al pie del volcán tapándose con las capuchas de sus capas para pasar lo mas desapercibidos que sus capas verde musgo se los permitieran y así saber, al menos por encima, en dónde estaban, qué tan hostil era el lugar y quiénes eran sus pobladores.

- Espero qué los tipos del camino hayan sido solo dos maleantes, sus muertes serán insignificantes si solo eran ladrones, ¿pero y si eran personas importantes? ¿Y si tenían familia? ¿Y si buscan venganza?

- Sander por los robles de antaño ¿podrías calmarte?

- ¿Cómo quieres que me calmé Kosair? No llevamos ni un día aquí y ya nos jugamos el cuello.

- A ver niño, ¿tú dirás qué nosotros los matamos?

- ...

- No estoy hablándole a la nada, responde.

- Yo... yo no diré nada.

- Los muertos no hablan, tranquilízate, únicamente tenemos que preocuparnos por cómo nos recibirán los pobladores del volcán.

El loco de los mil mundos (18+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora