Capítulo 22 ¿Realmente fue un suicidio?

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Un sentimiento que pesa toneladas incalculables... tortuoso y asfixiante, capaz de convertirte en un miserable, altamente nocivo, adictivo, capaz de carcomer la conciencia.

Culpa.

Culpa era lo que carcomía la mente de Sander como el agua destruye el papel, trepando por sus pensamientos como hiedra venenosa, consumiéndolo y abrumándolo. La culpa de la muerte del ser querido lo abrumaba, pero la culpa del dolor de la hija huérfana lo aplastaba.

El dolor de sus heridas había pasado a un segundo plano, dándole paso a la confusión, nada en la mente del chico estaba claro; primero el misterioso hombre de ojos mieles, después Luzbel y todo lo que ese hombre empezaba a significar, la sanadora muerta y todo lo que había pasado con el cadáver de esa pobre chica, el dragoncito esmeralda, después lo que paso con el chico que había intentado ayudarlo y termino muerto, la magia de su madre, el regreso al sanatorio, que lo hayan enterrado vivo en una tumba de hielo que le come la totalidad de su piel y le arranco trozos de carne de cuajo, el terror a la muerte, la desesperación de no despertar, el volver a ver a su hermano para después enterarse de la muerte del hombre que ya consideraba su amigo.

Todo eso era demasiado para el chico, el forestal estaba abrumado, confundido, con el alma en pena sumida en el luto. El regocijo por la vida se tiñó por la muerte y la tristeza, dejando las lágrimas carmín del corazón como cicatrices estámpatelas en sus sentimientos.

Sentimientos como arena caían en los ojos del corazón dejando que las lágrimas brotaran rogando por una tregua que se negaba a llegar, el peso del dolor se sentía sobre los huesos, la sangre teñida con lágrimas corría por sus venas torturándolo.

La añoranza que sentía por Luzbel tampoco lo ayudaba, necesitaba su presencia, el calor que desprendía su cuerpo ante su cercanía, lo necesitaba a él....

Fue entonces cuando Nurbanu entró en el cuarto encontrándose con el manojo de nervios que era el chico, al verla Sander abrió los brazos suplicándole un abrazo con la mirada, en ese momento, ambos necesitaban el apoyo del otro.

- A veces el silencio es tan ensordecedor, siento golpes en mi cabeza que me repiten que debo odiarlo, pero solo puedo sentir su perdida.

Siento que vago en la nada, busco la respuesta de por qué la muerte ya no me asusta, solo puedo oír voces en mi cabeza que me seducen para que lo deje atrás, pero mi alma no lo puede soltar.

Solo quiero hundirme en el agua para empezar a respirar, porque escucho muchos "te quiero", pero nadie me dice que hacer cuando todo se empieza a derrumbar por quitar la pieza equivocada.

Me siento acorralado, siento que soy una bestia que no puede parar las ruedas de la vida, ¿alguien lo salvará entre los muertos? ¿Estaría condenado a vivir en la obscuridad? ¿Por qué me duele más el amor que el odio? ¿Por qué no hay vientos que se lleven mis sentimientos lejos? ¿Por qué no puedo escuchar una respuesta cuya solución ya no existe?, ¿por qué ya no sé qué me define la elección o la intención? Si me hubiera quedado, ¿él estaría vivo? Lo abandoné y por eso quedé incluso más sola de lo que pude haber soñado estarlo.

Sander no sabía que responder ante la declaración de Nurbanu, sus preguntas lo amordazaban en el querer que sintió que empuñaba la espada poniéndolo contra la pared, no supo hacer algo más que abrazarla con más fuerza, dejar que ella refugiara su rostro en su pecho delgado mientras él ocultaba su rostro de la miseria en el tupido cabello rizado de ella.

Ambos estaban derrumbándose, pero de alguna manera que ninguno alcanzaba a entender todavía seguían aguantando al otro para que no callera en la miseria que dejaban los demonios tras su ausencia, la cual jugaba con ellos y su dolor.

El loco de los mil mundos (18+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora