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En las tierras del viento la esclavitud se impuso como un puño de hierro. Aunque ya la reina no estaba en sus lares, los esbirros de la mesnada se encargaban de imponer su voluntad.
Los caballeros sombra y los hombres lobo constaban el grueso de sus tropas. Aunque no se excluían a los jorobados de una gran fuerza a pesar su apariencia tosca. Los enanos, engañosos y tramposos, vampiros, brujas dragones y ondinas, cualquier criatura corrompida por el mal tenía lugar en las filas oscuras.
Los espectros atormentados servían como vigilancia con sus silbidos de muerte, no dejaban ir ni el más mínimo detalle a la suerte, eran los ojos y los oídos del gobernador, un ángel caído el cual había sido echado del firmamento por cruel y sanguinario.
El hombre era de mediana estatura, su piel clara relucía con los rayos del sol y sus ojos azules centellaban como estrellas en una noche sin luna, a diferencia de su cabello, corto y amarillo como el sol de mediodía. Tenía una voz serena y bien modulada que contrastaba como una burla con su carácter brutal. El gobernador exigía servilismo inalterable de los esclavos, mientras que él mismo era rastrero con los que tuvieran más poder que él.
Fueron necesarios tan solo 3 ciclos de la luna para sublevar a los ahora esclavos. Los que oponían resistencia fueron exterminados, dejando solo a aquellos cuyo espíritu ya estaba resignado.
Los elfos fueron llevados a distintos campos de concentración donde los explotaban en distintas labores, algunos eran enviados a las fábricas de armas de viento, otros a la construcción, así consecutivamente.
En una de las plantas había un hombre con la piel color miel, el cual solo conservaba su vida debido a una enfermedad, por ella no podía escapar, ya que su vista estaba nublada y su pulso tembloroso.
Por desgracia o quizás suerte, al poco tiempo de trabajar en un molino de maíz fue víctima de un accidente, el cual le quito el brazo cuando el mismo quedó atrapado entre las piedras que pisaban el maíz.
Debido a que quedó inutilizado para esta tarea, fue enviado a los bosques para cuidar a los animales del ganado.
Al poco tiempo el elfo empezó a reconocer y experimentar con las distintas plantas, hongos, raíces y cortezas de muchas clases que crecían en los campos, descubrió que algunas servían para curar mientras que las otras servían para provocar trances de sueño, incluso algunos para matar. Aprendió a utilizar los dedos de los pies y la mano izquierda para cazar pequeños animales, los cuales le servían para sobrevivir.
Siempre supo que iba a fugarse, prefería dejar el pellejo ante los verdugos de la reina de fuego antes de ser esclavo, pero se preparó con cautela esperando con paciencia el momento apropiado.
Al fin se largó, comenzando con eso la sublevación del viento, la cual sacudió al gobernador como un tornado.
Se unió a los rebeldes que habían logrado escapar con vida y huir a las montañas a las cuales los espectros no podían ingresar, y al poco tiempo se sintieron los efectos de su furia y astucia.
Ataques por sorpresa en las noches sin luna, sonidos de pies descalzos en los campos de concentración, incendios sorpresivos que dejaban el lugar bañado en una lluvia de ceniza color azul.
El nombre del fugitivo iba de boca en boca arrastrado por el viento repetido entre los esclavos como una oración de esperanza.
Toussaint.
El hombre que se transformaba en pez, pájaro, lagartija, mosca o mosquito. Si el elfo atado al poste alcanzaba a ver una libre correr antes de recibir el latigazo que lo sumiría en la inconsciencia, se creía que era Toussaint, testigo del suplicio. Una iguana impasible que observaba a la mujer que yacía tirada en el polvo golpeada y violada. "Levántate, ve a lavarte y cuidarte las heridas y no olvides, porque pronto vendrá el desquite" Silbaba la iguana, Toussaint.
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El loco de los mil mundos (18+)
FantasyJamás me mostraron sus cuerpos, si me hubieran mostrado los cuerpos les hubiera creído pero ¿Cómo se resigna una madre? Una madre jamás pierde la esperanza...