Capitulo 29 Crin de caballo

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Reinó de los vientos, agosto de 1528

Un resplandor breve e intenso relampagueó en el monte, aturdiendo a los dos elfos justo antes de que la puerta se cerrara.

Ambos sintieron como si los arrancaran del suelo, arrojándolos a un lugar que no tenía ni arriba ni abajo, embestidos por un torbellino de luz blanca. Luego, tan de golpe como había iniciado todo terminó, dejándolos fuera del portal.

Con algo de esfuerzo la chica logro tomar aire aún en los brazos del forestal, ella miró a su alrededor, estaban en un claro rodeados por árboles moribundos, secos y quemados, los cuales movían sus ramas al son del viento como garras.

Kosair no esperó a que ella terminara de ver el territorio cuando la llevo a la floresta, escondiéndose en su mísero espesor.

- ¿Crees que alguien se haya dado cuenta de que estamos aquí?

Preguntó Nurbanu

- No lo sé Velita, pero lo más probable es que la luz del portal se viera desde lejos.

Después de esas palabras el chico echó a andar dejándola a ella sobre el suelo para así introducirse en la espesura resguardándose de los ojos de los espectros, al menos por un tiempo limitado.

Al estar completamente cubiertos por la floresta, Nurbanu se agachó para tocar la tierra, escanear el terreno, buscar la posición del sol y la fuerza con la que venía el viento antes de pedirle a Kosair que la alzara para llegar a la copa de uno de los árboles.

- Para ser un elfo del bosque estás más nervioso de lo que esperaba ¿acaso no te gustan los bosques de ramas espesas?

- Este bosque no es normal, no he visto ni a un solo animal, ni siquiera un pequeño insecto, algo no está bien, todo es demasiado silencioso.

Las palabras del forestal se quedaron rondando la mente de la chica como el humo espeso de un incendio. Aun así se subió al árbol con la ayuda del chico para ver el terreno que los rodeaba.

Solo entonces se dio cuenta de que estaban en un desierto de cualidades enormes, salpicado por pequeñas extensiones de árboles raquíticos imitando pequeños bosquecitos.

Pequeñas hileras de humo se alcanzaban a vislumbrar a lo lejos en las cuales los elfos como hormigas trabajaban arreados como el ganado, encadenados unos a otros en una larga fila.

La chica bajó la cabeza de un tirón al ver a un espectro vagar cerca de ellos, provocando que resbalara cayendo en los brazos de Kosair, salvándose de lo que pudo terminar en una pierna rota por pura suerte.

- Sé que te gusta mi cercanía, pero no es necesario que termines encima de mí a cada rato.

- Cállate Kosair, hay cientos de campos de concentración, los elfos son obligados a trabajar encadenados, realmente este bosque es raro, pero es porque estamos en medio de un desierto. Son bosques artificiales, este no será más que unos pobres 5 kilómetros siendo optimistas.

Decía Nurbanu mientras se bajaba de los brazos del chico, el cual ya estaba completamente serio, atento a cada una de las palabras de la chica.

- El campo de concentración más grande de todos no está muy lejos de aquí. Aún así tampoco está cerca, los espectros también vigilan el reino, no puedo asegurarlo, pero no creo que lo vigilen para ayudar a los elfos. Son almas oscuras a favor de la reina.

- ¿Qué criaturas viste aparte de esas?

Le preguntó Kosair en un susurro, mezclando sus palabras con los ruidos del viento.

El loco de los mil mundos (18+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora