Capítulo 7 ¡Ayuda por favor!

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Kosair fue llevado nuevamente a la celda con el saco en la cabeza, al llegar al calabozo los guardias ni siquiera se molestaron en soltar sus esposas o quitarle el saco.

Solo lanzaron al chico contra el suelo de un empujón, mientras a él las heridas de la espalda y el pecho le punzaban de dolor, su estómago gruñía pidiendo comida y su garganta suplicaba por un poco de agua, el calor tan exorbitante de ese lugar sofocaba su cuerpo mientras las heridas no dejaban de escocerle casi cocinándose de a poco.

Él respiraba de manera entrecortada cuando la joven que lo acompañada en la celda se acercó a él para quitarte el saco de la cabeza.

- Gracias

- No te molestes forestal, no estoy siendo amable, simplemente me das lástima.

El joven forestal se limitó a dirigirle una mirada de cuchillo mientras intentaba sentarse con dificultad. Cada movimiento, cada respiración le dolía demasiado y era un martirio para su cuerpo atormentado.

- ¿Qué le pasó a tu pecho?

Pregunto la joven alzando una ceja.

- Me lo quemaron.

- ¿Tu piel se quema?

- ¡Por supuesto!

La elfa del fuego movió su cabeza a un lado como un dragoncito confundido, no lograba comprender que un ser vivo se quemara, ¿acaso sería que los elfos forestales eran de madera?

- ¿Eres de madera?

Le pregunto la chica al joven mientras esté se echaba reír por la pregunta de ella. Por primera vez en mucho tiempo la risa de Kosair estaba limpia de arrogancia, sonaba pura, limpia y juguetona, algo que no encajaba en el lugar ni en la situación en la que estaba, aun así este simple acto envolvió la pequeña celda como una briza que regocijo, por breves momentos el corazón de los dos elfos que se encontraban cautivos en sus paredes.

- ¿Té parezco de madera?

Le pregunto el chico aun entre risas mientras una sonrisa torcida adornada su rostro que aunque envuelto por el cansancio, el chico se llenó en ese momento del brillo que otorgaba la risa.

- Pues... solo la madera y la tela se queman.

Dijo ella aparentemente apenada mientras sonreía confundida.

- ¿Qué? Pero si todo se puede quemar.

La chica tomó una antorcha que estaba en la pared y prendió fuego su mano.

- Casi nada se quema, el fuego es inofensivo.

La chica se transformó en una vela a los ojos de Kosair, él no conocía su nombre y le importaba poco el descubrirlo, para él ella se asemejaba a una pequeña vela, brillante y fulgurante, era como ver a un dragón de dientes afilados, hermoso y mortal.

Aun así le costaba creer que el fuego no la lastimara, estaba a punto de hacer más preguntas cuando de nuevo se escucharon los pasos de un guardia haciendo que las palabras murieran antes de brotar de su boca mientras se desvanecía el halo de tranquilidad que se había creado, mientras estuvieran en ese lugar la tranquilidad o el descanso era tan frágil como las alas de los mosquitos al punto que unos efímeros pasos en los pasillos eran capaces de destruir la ilusión de paz.

Era el asqueroso que se le había insinuado a Velita, el tipo fue hacia ella y la tomo del cabello mientras ella forcejeaba para soltarse. Al momento que aquel hombre toco a la chica, el forestal se levantó de un salto mientras cada uno de sus músculos le reprochaban el movimiento gimiendo de dolor, pero su mente los ignoraba obligándolos a moverse empujados por la fuerza del honor y el repudio que le provocaba que aquel asqueroso guardia tocara a Velita.

El loco de los mil mundos (18+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora