Acacia

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El principio del fin.

La obscuridad nos circundó sin que nos diéramos cuenta, estábamos demasiado ocupados en nuestras actividades cotidianas para prestarle atención a los pequeños detalles, cuando la sombra de la reina de fuego cubrió el reino de los bosques nadie estaba preparado para tal emboscada. 
                                         
Los caballeros sombra se abalanzaron sobre el pueblo con su vozarrón de tempestad, asesinando sin vacilar a quien se atreviera a oponer resistencia. El ejército de la reina tirana eran tantos como peces hay en el mar.

Por cada elfo del ejército de los forestales había cinco del ejército del fuego, los cuales venían inflamados de valor que les impartía una mezcla de mentiras y promesas falsas de la mesnada y alcohol, mucho alcohol.

Lo primero que se oyó fue una zarabanda de gritos. Las conchas de guerra resonaban en las paredes respondiendo con el grito del eco de la muerte que ellos traían, los soldados enemigos eran mucho más numerosos y estaban más cerca de lo que cualquiera podía imaginar.

Los soldados dejaron caer sobre la ciudad en un bochinche ensordecedor, en un santiamén surgieron miles de antorchas convirtiendo el lugar en una sola hoguera, el bosque agarró fuego con una prisa impresionante, las casas se incendiaban por contagio, entre las plantas y el propio ardor de la madera era imposible controlar el fuego.

El calor se volvió insoportable, el cielo antes de un azul pálido se tiñó de rojo y anaranjado dándole un aspecto más lúgubre a la situación ya bastante apretada.

Entre el crepitar de las llamas se distinguían claramente los gritos de desesperación y terror visceral de las víctimas junto con los alaridos de victoria de los atacantes.

Nadie pudo oponer resistencia a semejante embate, las flechas envenenadas surcaban el cielo con sus silbidos aterradores y las espadas ya rojas de sangre chocaban unas contra otras.

Los caballeros sombra atrapaban a los hombres que intentaban huir tomándolos por el pescuezo y lanzándolos a jaulas como si de perros se tratara, las mujeres eran atrapadas por los hombres lobos los cuales las ataban a troncos con cadenas. A las más atrevidas las amordazaban en árboles en llamas para dejar que se quemaran vivas, mientras que los niños y los ancianos eran degollados por los enanos jorobados.

Desde una ventana del segundo piso de la academia uno de los gobernantes pudo darse cuenta de la situación en un instante, el incendio ya estaba muy cerca, una chispa bastaría para transformar el lugar en una hoguera.

Los soldados enemigos corrían en las calles laterales de la academia enfrentándose a los disparos de energía mágica de los soldados de las tierras del bosque, otros eran tragados por la tierra, dónde terminaban enterrados vivos. Otros eran atrapados por las raíces y las ramas de la floresta, la cuál, aún ardiendo seguía obedeciendo a los elfos que tenían una afinidad para moverla.

Los elfos del bosque se batían con audacia a los elfos del fuego, pero estos no jugaban limpio llamando a los soldados sombra, los cuales eran inmortales y a voluntad podían desaparecer su materia física, logrando que los ataques de sus enemigos atravesaran sus cuerpos sin herirlos, atrapando a los forestales que podían.

Los que se negaban a dejar de luchar incluso dentro de las jaulas eran decapitados al instante de un solo hachazo proporcionado por algún jorobado.

Mientras varios soldados del fuego se llevaban las cabezas cogidas por los cabellos, otros entraban a otra casa cuyo techo ya crepitaba en llamas verdes. A través de la ventana lanzaron a una mujer degollada seguida de varios muebles y enceres. A los minutos salieron dos soldados sosteniendo a un joven mientras  un caballero sombra gritaba "este es de los buenos".

El loco de los mil mundos (18+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora