Capítulo 33 Wadowice, fronteras e invasiones, el inicio de la oscuridad

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Reino de los vientos septiembre de 1526

Las campanas resonaban en los oídos de los elfos que huían por las calles, mientras que el sonido atravesaba la arena del suelo y la que invadía el viento, un joven jalaba las cuerdas en la torre para hacer sonar las campanas de advertencia.

Los pasos apresurados de un elfo por las escaleras desconcentraron a Toussaint de la agotadora tarea de mover las pesadas campanas. Cuando el elfo volteó a la entrada de las escaleras su amigo ya había asomado la cabeza.

- Destruyeron nuestra fuerza aérea, pulverizaron quinientos aviones antes de que despegaran y aplastaron a todas las crías de dragón que nos quedaban. Lo escuché en la radio antes de que bombardearan la estación.

Dijo el chico que acababa de subir a la carrera las escaleras con poco aliento por el cansancio.

- Jean Martin llevará a Zarite a Wadowice y luego él se unirá al ejército.

Le respondió Toussaint aun tirando de las cuerdas.

- ¿Es que acaso se volvió loco? Zarite es de las pocas que pueden controlar la arena. La reina la destrozará, todos aquellos que tengan una afinidad serán perseguidos y exterminados, ella tiene que huir ¡ya debería saberlo!

- Macandal por favor ¿podrías cuidar a mi padre? Me quiero unir al ejército.

- Por supuesto, no te preocupes por eso, ya lo llevé al templo conmigo, tranquilo. Pero siempre dijiste que no podrías ser un soldado.

- Jamás pensé que se diera una situación así amigo mío. ¿Qué crees que va a pasar?

- Si esos malvados se apoderan del mundo, perderemos nuestra libertad y nuestra voz, ¡pero no pierdas la esperanza! No dejes que te arrebaten la esperanza Toussaint.

Mientras los dos elfos sostenían aquella conversación las tropas del viento desfilaban a un lado de las calles del reino mientras la gente corría despavorida intentando ponerse a salvo, al tiempo que los aviones enemigos volaban peligrosamente bajos, poniendo en peligro a los elfos que corrían por su vida.

Mientras algunos intentaban subirse a los trenes, otros intentaban proteger aquello que les resultaba valioso. Los profesores corrían a las universidades y bibliotecas ayudados por algunos alumnos para poder mover los libros de la biblioteca a los sótanos en caso de que los bombardearan. Esos libros tenían grabado en sus páginas su historia, su cultura, sus raíces y su magia, todo lo que los hacía ellos.

Valía la pena arriesgar la vida por aquellos libros.

Eso era lo que pensaban los elfos mientras corrían por las escaleras cargados de libros, envueltos por el miedo y el ruido sordo de los aviones más el aleteo de los dragones, la opción más rentable parecía ir a ocultarse a esa tierra llamada Wadowice, pero ¿Qué era realmente rentable en esa situación? La muerte estaba suelta.

Macandal fue el primero en irse de la torre en busca del padre de su mejor amigo, mientras que Toussaint ayudaba a los profesores en las universidades y de camino a casa auxiliaba a aquellas mujeres que intentaban cargar con sus hijos a los hombros. Algunas no podían con tanto peso.

Cuando Toussaint al fin llegó a su casa se encontró a su padre con el uniforme del ejército discutiendo con Macandal que se esforzaba por convencerlo de que debía acompañarlo al templo.

- ¿Qué es esto papá?

- ¿Es que acaso ya no tienes ojos en la cara Toussaint? Es mi uniforme de guerra, me uniré al ejército.

- ¡No! Por supuesto que no papá, es mi turno de ir a pelear, no el tuyo. Tú ya cumpliste con nuestro reino, tú peleaste en el ejército, ahora déjame a mí hacerlo. Ve con Macandal al templo, por favor, estarás seguro ahí.

El loco de los mil mundos (18+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora