capítulo 8 vestigios de esperanza

123 12 4
                                    

**

La extraña figura y Sander se dirigieron a un recodo alejado del bosque de piedras. Todo el trayecto fue completamente incómodo, la desconfianza se sentía en el aire. Ninguno de los dos hombres confiaba en el otro.

¿Y cómo confiar? Si ambos seguían vivos por un juego del destino, el mismo destino que los había vuelto a juntar.

Llegaron a la frontera que separaba la ciudad de los campos de concentración, un lugar lo suficientemente alejado como para ignorarlo si así se quería.

Un lugar en donde la muerte estaba suelta combinada con el trabajo forzado en las minas de los magos que experimentaban con los cautivos, dando pie a que entre sus filas estuvieran elfos con grilletes tan pesados como elefantes soldados a los pies, elfos que habían sido sobrevivientes de sus macabros experimentos.

Los esclavos, atrapados de otras tierras conquistadas, no solo perdían su libertad, sino también su humanidad, eran tratados peor que los animales y todos los días se hacían montañas de cadáveres que después eran arrojados al río, unos cadáveres espantosos cubiertos de mutilaciones, algunos sin nariz o labios y con las cuencas de los ojos vacías.

Lo más aterrador es que nadie que los encontraba se alcanzaba a imaginar que todas esas extracciones se habían hecho cuando esos cuerpos aún tenían vida. Solo los cautivos que presenciaban las torturas y escuchaban sus gritos conocían estas atrocidades, solo los verdugos dormían tranquilos mientras el incauto que hayo los restos prefería seguir de largo.

Entre los enormes peñascos del bosque de piedras se escondían como sombras "las criaturas" experimentos fallidos de magos corrompidos, eran elfos con partes de hombres lobos cocidas a su cuerpo, ADN modificado y cientos de mutaciones más, algunos reducidos a nada más que bestias sin conciencia ni pensamiento.

Nadie en su sano juicio se adentraría a aquel bosque de piedras, ni siquiera los propios guardias tenían los cogones de entrar, por lo tanto, aquel lugar se convirtió en el refugio perfecto para aquel hombre que guiaba a Sander entre las trampas que estaban colocadas alrededor de una pequeña cueva, la cual en su interior solo estaba iluminada por la tenue luz del cuerpo del elfo de fuego que se filtraba por la tela de sus ropas.

- ¿Eres útil para algo más que carnada de tontos?

Pregunto el hombre de ojos de fuego, con voz suave, quizás asta paternal, el chico de cierto modo le recordaba a su hija cuando era niña, pequeño, inseguro, asustado...

Sander reflexiona un momento antes de hablar, no quería dar pasos en falso estando al borde de un barranco.

- Puedo hacer lo que usted ya ha visto e incluso experimentado, no puedo hacer mucho más que eso, señor.

Digo Sander en un tono tranquilo, sin intensiones de hacer molestar a nadie, aun así él sabía que su mejor arma era la sorpresa, un arma que no quería desperdiciar ni siquiera ante aquel hombre, a fin de cuentas seguía siendo un extraño.

- ¿en caso de que te atraparán podrías liberarte?

Pregunto él en un tono de voz que parecía preocupado, mezclando los pensamientos del joven forestal, ¿acaso se preocupaba por él?

La verdad que él jamás llegaría admitir es que le provocaba ternura de padre, aquel chico de ojos oscuros, su mirada dejaba ver lo desorientado que estaba, traslucía su preocupación e incertidumbre, casi podía leer en sus ojos el enorme deseo de reunirse con su hermano y volver a su reino, a su hogar...

- probablemente no señor.

- entonces no sirves como distracción, mientras más rápido ustedes dos vuelvan a su reino mejor, no necesitamos a 2 insectos, busca problema en nuestras tierras.

El loco de los mil mundos (18+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora