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IGUAL QUE LA MERMELADA


Estaba alistándose para ir al instituto, pero aquella mañana su mente estaba muy confundida, Doblas lo había besado y eso lo dejó en vela toda la noche, tratando de entender porque el Alfa haría tal cosa.
Ayer, cuando había regresado del instituto, subió directamente a su cuarto y ni siquiera bajó para cenar, poniendo de excusa que tenía mucho que estudiar y detalles que ultimar del evento deportivo.

-No hay un porqué Samuel, es sólo que es un bobo Alfa- se dijo a si mismo.

Ya no podía seguir encerrado en su habitación, tenía que bajar a desayunar para salir a clases. Y seguramente se toparía con Rubén, aunque esperaba no hacerlo. Tuvo que centrarse, no darle atención innecesaria, él había fingido que estaba durmiendo por ende no tendría que saber lo que el Alfa había hecho, así que él tenía que ignorar que lo sabía. 
Tomó aire y salió de su habitación.

Escuchó la televisión encendida, en las noticias de la mañana y ya desayunando en sobre la mesa se encontraba el Alfa revisando su móvil.
Pasó de él y se dirigió a la zona de la cocina para preparar su desayuno, tardó unos diez minutos y tomó asiento dejando su desayuno en la mesa para poder comenzar.

-Buenos días- saludó Rubén con una amplia sonrisa, recibiendo una mirada casi asesina, la mirada de siempre.

-Buenos días- respondió bajo, volviendo su vista a su desayuno. Hasta que se percató de algo- ¿Dónde están?- preguntó sorprendido mirando a su alrededor.

Rubén subió su mirada al azabache- dijeron que saldrían temprano al trabajo, porque tenía cosas que hacer antes de ingresar- informó el castaño.

-Ya veo- murmuró y paseó su mirada por sobre la mesa- ¿me alcanzas la mermelada de durazno, por favor?- preguntó con calma, tratando de no mirarlo fijamente a los ojos por mucho tiempo.

Rubén se estiró hasta donde estaban las mermeladas- mmm no hay más de durazno- le dijo viendo el frasco ya vacío- queda de naranja- agregó entregándole el frasco. Sonrió al ver la cara de asco que había puesto el omega.

-No me gusta la mermelada de naranja- murmuró bufando levemente. 

Una idea se infiltro en su mente al ver el frasco de mermelada y luego dirigió su mirada hasta el Alfa que lo miraba fijamente.

-¿Qué pasa?- preguntó el Alfa.

-Te pareces a la mermelada de naranja-.

-¿Qué?-.

-Nuestro compañeros se dejan engañar por tus partes dulces y amables- dijo calmadamente volviendo su vista a la mermelada- pero tienes partes amargas- dejó escapar una risita sin querer- si, te queda muy bien-.

Rubén se quedó en silencio observando al omega reír de aquella forma, nunca lo había escuchado reír, quizás solamente una vez...

-Si yo soy una mermelada de naranjas entonces tu eres una especia- dijo Rubén poniéndose de pie para levantar lo usado en su desayuno y llevándolo hasta el fregadero.

-¿Una especia?- preguntó curioso.

-Si, serías ají molido... por lo picante- concluyó dejando un rápido beso en la punta de su nariz y saliendo rápidamente antes de que el omega explotara.

Samuel tardó un par de segundos para asimilar lo que había sucedido- ¡¡¿QUE LECHES?!!-.

Rubén pudo escuchar los últimos griteríos del azabache al salir de casa para dirigirse al instituto, realmente era divertido molestarlo, pero mucho más allá de eso había comenzado a sentir como una especie de placer personal el hacerlo rabiar.

Quiero ser tú AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora