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BOBO ALFA


Habían cenado casi en silencio, sus madres podían darse cuenta que realmente había mucho cansancio en sus hijos. Llegaron más tarde de lo normal, los preparativos ocuparon mucho de su tiempo y energías.

-Entonces... ¿Quieren postre?- preguntó Nieves llamando la atención de ambos.

-Yo paso- dijo Rubius poniéndose de pie juntando su vajilla y dejándola en la cocina- estoy cansado, voy a acostarme- agregó subiendo las escaleras.

-Descansa cariño- se despidió Nieve- ¿Samuel?-.

-No gracias Nieves, yo también estoy agotado y aún nos queda mucho por organizar para mañana- respondió el azabache.

-Entiendo-.

-Sami, no te esfuerzas demasiado ¿sí?- pidió su madre con calma mientras su hijo asentía.

Akira había cambiado aquel último tiempo, se encontraba más calmada y era más prudente con su hijo, se ve que el susto que le dio surtió cierto efecto en la rubia. Ahora se comportaba con él más como una madre que como una amiga.

Abrió la puerta de su habitación dispuesto a acostarse y descansar por aquella noche, pero había un pequeño detalle, luego de que las actividades terminaran no se había topado con el Alfa y sabía que este le haría pagar aquella pequeña trampa en la que lo hizo caer. Cuando llegó a casa solo, porque el castaño había llegado antes, no se cruzaron para nada hasta que llegó la hora de la cena, pero ambos estaban tan agotados que no tenían deseos de entablar alguna charla.
Sin embargo, cuando abrió la puerta de su habitación, lo vio sentado en su cama con una amplia y cansada sonrisa; sabía que tarde o temprano intentaría cobrárselo.

-Buenas noches, De Luque- saludó.

-¿Necesitas un mapa?- inquirió.

-¿Para?-.

-Para ubicar tu habitación que es la de al lado, cabezón- respondió con una sonrisa burlona.

Rubius rio dejando salir el aire, el Omega sin duda era una caja de sorpresas- sabes a que vine ¿o no?- preguntó.

-No podría saberlo y no podría importarme menos- respondió- mira, estoy muy agotado, así que por favor, deja tus jueguitos de Alfa bobo, para otro día- pidió cerrando la puerta de su habitación y caminando hasta la puerta del baño compartido, la abrió para que el otro la atravesara.

Rubius se puso de pie, acercándose amenazadoramente hacía el Omega, cerró la puerta del baño encerrando a Samuel entre la puerta y su cuerpo.
La mirada que le echó el Alfa le hizo erizar la piel, no podía entender sus intenciones pero era obvio que quería ponerlo nervioso para luego burlarse de él, seguramente, razón por la cual no se movió de su lugar.
Las manos de Rubén se apoyaron contra la puerta a los costados de la cabeza de Samuel, este se mantenía sereno.

Ninguno de los dos supo en que momento sus propias feromonas comenzaron a actuar por su cuenta, las de Rubén empujando su voluntad y las de Samuel llamándolo para que cedieran, la mezcla del café con caramelo y miel era suave y sutil.

-¿Qué esperas?- murmuró Samuel con sus ojos cerrados, haciendo que Rubén se diera cuenta de la cercanía que ambos mantenían.

No se contuvo y simplemente lo abrazó sorprendiendo al más bajo- si lo hago... solamente reafirmaré tu opinión sobre los Alfas- respondió- y no todos somos una idiotas- afirmó.

Quiero ser tú AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora